En nuestro vocabulario cotidiano, como decía, utilizamos un buen número de giros procedentes del italiano. Un ejemplo es la palabra alarma, que procede de la forma allarme, que a su vez procede de all’arme!, cuya traducción sería «a las armas». La prueba de que es una expresión procedente del ámbito militar la encontramos en la primera acepción de alarma en el Diccionario de la lengua española: ‘Aviso o señal que se da en un ejército o plaza para que se prepare inmediatamente a la defensa o al combate’. Su significado se ha ido ampliando metafóricamente hasta dar lugar al ‘mecanismo que, por diversos procedimientos, tiene por función avisar de algo’. En el día a día, la alarma puede ir seguida de la ducha, otra palabra que procede del italiano, concretamente del término doccia, con idéntico significado que en nuestra lengua. No obstante, como asegura Corominas (1987, p. 221), la hemos incorporado del francés douche, pero el origen es italiano.
En la arquitectura y las artes
Otro término utilizado muy a menudo es rotonda —en determinados contextos, sinónimo de glorieta, pues comparten la acepción de ‘plaza circular’—, procedente de la voz italiana rotonda ‘edificio con planta circular’, significado que también ha pasado al español. En el ámbito de la arquitectura encontramos un buen número de voces, como diseño —de disegno ‘traza o delineación de un edificio o de una figura’—, fachada —de facciata, ‘parte exterior de un edificio en la que se encuentra la entrada principal’—, cúpula —de cupola ‘bóveda en forma de una media esfera’— o balcón, que procede de balcone, con idéntico significado.
En lo que concierne al mundo de las artes, también pueden advertirse distintas palabras con raíz italiana. Verbigracia, al italiano le debemos términos relacionados con la pintura como acuarela, palabra formada a partir del diminutivo de acqua —en italiano, acquarella—, por ser una forma de pintura realizada con los colores diluidos en agua. La caricatura, entendida como el ‘dibujo satírico en que se deforman las facciones y el aspecto de alguien’, también forman parte de este grupo, puesto que procede del verbo italiano caricare ‘cargar’, ‘incorporar’.
También relacionado con este ámbito, aunque con distinta aplicación, encontramos la palabra grafiti —plenamente adaptada a la ortografía del español, es decir, con una sola f—, que proviene del plural del término italiano graffito ‘escritura realizada sobre paredes o piedras’, aunque, como recoge la acepción del DLE, su uso se aplica más a la ‘firma, texto o composición pictórica realizados generalmente sin autorización en lugares públicos, sobre una pared u otra superficie resistente’.
En la literatura y la música
En lo que respecta a los ámbitos de las letras, la música y las artes teatrales, conviene señalar que la mayoría de términos se incorporan a partir de los siglos XVI y XVII, a partir del Renacimiento —término que también procede de un término italiano: Rinascimento—. En la literatura aparecen préstamos como novela o soneto. En lo que respecta al primero, Corominas (ibid., p. 417) asegura que su incorporación se produjo en torno al 1400; su etimología nos remonta a la voz italiana novella ‘relato novelesco algo corto’. También, en italiano, tiene el sentido de noticia, como recoge el Dizionario di italiano del Corriere: ‘Notizia, annuncio di avvenimenti nuovi, recenti e spesso insoliti’. El término soneto, por su parte, nos remite a la palabra sonetto, diminutivo formado a partir de la voz suono ‘sonido’.
En el mundo de la música se puede advertir el influjo del italiano en palabras como soprano —voz homónima en italiano—, piano —acortamiento de pianoforte, palabra formada por los adjetivos piano ‘suave’ y forte ‘fuerte’—, ópera —del it. opera ‘obra’—, violín o sonata —participio de pasado del verbo suonare, por lo que podría traducirse como «sonada»—, entre otros.
Italianismos sin adaptar
En nuestra lengua también solemos utilizar voces italianas actuales sin adaptar, ni gráfica ni fonéticamente. Aunque, en el algunos casos, se pierde la asociación de los morfemas flexivos. Es el caso de palabras como paparazzi o spaghetti, que son las formas plurales de paparazzo y spaghetto —diminutivo del término spago ‘cuerda’, de tal forma que, en sentido estricto, los spaghetti son «cuerdecitas»—. En español existen las voces paparazi (plural paparazis) y espagueti (plural espaguetis). Ahora bien, si se utiliza la voz italiana ha de escribirse en cursiva y tener en cuenta que se está nombrando el plural. De este modo, se diría «los paparazzi» o «el paparazzo»; o bien «los spaghetti» o «el spaghetto», esta última carece de aplicación en nuestra lengua.
Otro ejemplo es la palabra attrezzo, —equivalente a la española utilería— que sirve para hacer referencia a los objetos que se emplean en un escenario teatral o cinematográfico. Cabe destacar que existe la voz adaptada atrezo.
En resumen, el italiano es una lengua de la que hemos incorporado una gran cantidad de términos, sobre todo a partir del siglo XVI, en buena medida por la influencia del movimiento renacentista en ámbitos como las artes, la literatura o la música. Por eso, nuestra lengua aún guarda, en forma de palabras, la influencia cultural que comenzó en nuestro movimiento y que, de una manera u otra, aún continúa en nuestros días.
Referencias bibliográficas:
Corominas, J. (1987). Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. Madrid: Gredos.
Real Academia Española (2014). Diccionario de la lengua española. 23.ª ed. Madrid: Espasa.
Real Academia Española (2005). Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana.