Es uno de los signos de puntuación que menos se utiliza. Su función, a medio camino entre la coma y el punto, pasa desapercibida —para desgracia del lector— en inmensidad de textos. Los punto y coma (sic) tienen diferentes usos, incluso más de los que se pueden imaginar. Por ejemplo, en otras lenguas —como en griego— su uso no marca una pausa, sino que sirve como signo de interrogación de cierre.
Empecemos por su origen: según queda recogido en la Ortografía de la lengua española (2010) el signo apareció por primera vez en Italia y se le dio el nombre de semicolon: «El punto y coma, tal y como lo conocemos, aunque con la denominación de semicolon, empezó a ser usado por los humanistas italianos, y fue rápidamente difundido por la imprenta […]» (§ 3.4.3, p. 349). De hecho, hoy en día en inglés llaman semicolon al punto y coma, y colon a los dos puntos. En el Diccionario de la lengua española aparece lo siguiente en la segunda acepción de la segunda entrada de colon: ‘Tradicionalmente, signo de puntuación con que se distinguen los cólones. En castellano y otras lenguas es el punto y coma o los dos puntos’. Además, su etimología nos remite al griego κῶλον, cuyo significado es ‘miembro’ o ‘parte de una construcción’. Por este motivo, también se utiliza en castellano para aludir al miembro principal de un período sintáctico.
También es preciso apuntar que el punto y coma se ha denominado de diferentes maneras a lo largo de la historia. Algunos gramáticos lo llamaban colon imperfecto, mientras que en otras obras tal signo recibía el nombre de hipocolon o upocolon (Martínez Alcaide, 2006, p. 1062). Se ha mencionado ya, además, que el nombre procede del griego, pues se forma a partir de el prefijo griego ὑπο ‘por debajo de’ y el ya mencionado κῶλον. Pues bien, es evidente que este signo se utiliza también en griego moderno y en griego clásico. Pero su uso es bien diferente: el punto y coma (;) se utiliza como signo de interrogación, mientras que es el punto alto (˙) el equivalente al punto y coma. Este signo, en griego, se denomina άνω τελεία y significa ‘punto superior’. Aquí vemos algunos ejemplos en griego clásico del uso del punto y coma como signo de interrogación:
τίς τ᾽ ἄρ σφωε θεῶν ἔριδι ξυνέηκε μάχεσθαι; («¿Cuál de los dioses promovió entre ellos la contienda para que pelearan?». Ilíada, VIII, vv. 8-10).
οὔ νύ τ᾽ Ὀδυσσεὺς Ἀργείων παρὰ νηυσὶ χαρίζετο ἱερὰ ῥέζων Τροίῃ ἐν εὐρείῃ; («¿Es que no te era grato Odiseo cuando en la amplia Troya te sacrificaba víctimas junto a las naves aqueas?». Odisea, I, vv. 60-63).
Pero el punto y coma también puede expresarse, en el plano ortográfico, de diferentes maneras. Un ejemplo muy evidente lo encontramos en árabe, lengua en la que el punto y coma se escribe de forma invertida (؛). También en la escritura etíope se escribe de diferente manera (፤), aunque en ambos casos los usos del signo son los mismos que en castellano. Es decir, por una parte hay lenguas que utilizan el mismo signo (;) pero en diferentes usos —en interrogaciones, como en griego—; por otra parte, hay lenguas que utilizan diferentes signos —como el árabe, el griego o el etíope— pero con el mismo uso que en nuestra lengua —i.e., para indicar una pausa menor que la del punto pero mayor que la marcada por la coma—.
Usos del punto y coma
Ya se ha mencionado con anterioridad la dificultad de encontrar un signo como el punto y coma en determinados textos, pues a menudo es sustituido por otros signos de puntuación, como el punto y seguido, la coma o incluso los dos puntos. Es decir, hay cierta subjetividad a la hora de emplear un signo u otro. Ahora bien, su uso es importante «para jerarquizar la información y para proporcionar el grado de vinculación adecuado entre los elementos que enlaza» (El buen uso del español, 2013, p. 73). Grosso modo, se recomienda su uso en dos casos: en enumeraciones y unidades coordinadas y ante conectores. En una enumeración como la siguiente, lo recomendable es utilizar el punto y coma para separar los elementos de dicha enumeración:
Iremos por diferentes sitios: yo, por la izquierda; él, por la derecha; tú, de frente.
El otro uso principal del punto y coma lo encontramos ante conectores discursivos —adversativos, consecutivos o concesivos—, aunque dependiendo de la extensión el punto y coma puede ser sustituido por la coma o el punto y seguido.
Se me ha roto el móvil; por tanto, tendré que comprarme uno nuevo.
Sin embargo, el empleo de un signo u otro depende en gran medida de la extensión que tenga el período encabezado por la conjunción. Es decir, si el período es corto, entonces es preferible el uso de la coma; si es largo, se recomienda el uso del punto y seguido. El punto y coma, por consiguiente, conviene utilizarlo cuando los períodos son más o menos extensos, o cuando contienen comas en su interior. Veamos algunos ejemplos:
Quería venir, pero no tenía dinero.
Lo invitamos amablemente; no obstante, insistió en que no tenía dinero suficiente para venir.
Todos los años lo invitábamos a la ceremonia de clausura. Sin embargo, este año no ha podido venir por razones económicas.
También el punto y coma presenta usos que convergen con el empleo de los dos puntos. Por ejemplo, cuando conectan oraciones relacionadas entre sí sin utilizar otro nexo, motivadas por relaciones de causa-efecto, como en Se lesionó la rodilla: no podrá jugar más esta temporada, o por relaciones de conclusión: Tu actitud fue muy reprobable y actuaste con soberbia: al final pasó lo que tenía que pasar. En ambos ejemplos se podría haber utilizado el punto y coma en lugar de los dos puntos, lo que demuestra que el empleo del punto y coma es muy subjetivo. Ahora bien, esto no nos exime a los hablantes de conocer su uso y ponerlo en práctica cuando sea necesario.
Referencias bibliográficas:
Homero. Ilíada. Traducción de E. Crespo. Madrid: Gredos.
Martínez Alcaide, M. J. (2006). La codificación lexicográfica de la ortografía. En A. Roldán (ed). Caminos actuales de la historiografía lingüística: actas del V Congreso Internacional de la Sociedad Española de Historiografía Lingüística. Murcia.
Real Academia Española (2014). Diccionario de la lengua española. Madrid: Espasa.
Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española (2010). Ortografía de la lengua española. Madrid: Espasa.
Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española (2013). El buen uso del español. Madrid: Espasa.