Al pensar en un idioma, solemos pensar en el ruso, polaco, árabe, chino o inglés, pero se nos olvida que hay también idiomas que no son “hablados”, sino que también hay idiomas basados en la dactilología. La dactilología consiste en la correspondencia de una forma/posición de las manos, con una letra o palabra. La lengua por excelencia que utiliza este método es la lengua de signos.
Orígenes
Es sencillo entender su utilidad, especialmente para aquellas personas que por alguna discapacidad no pueden o se les dificulta comunicarse de modo verbal, por ejemplo las personas sordas. Sin embargo, el llegar a un sistema de signos que tengan el mismo significado independientemente de la persona que los emplee, es decir, el inicio de un idioma, es un hecho de gran complejidad.
La lengua de signos se empezó a emplear en la comunidad sorda gracias a un fraile benedictino en 1526: Fray Pedro Ponce de León.
Hay que considerar el contexto histórico en el cual se encontraban las personas sordas en el momento. Como no tenían ningún modo de expresarse, o por lo menos no con la misma complejidad con la que una persona hablante podía, se pensaba que eran personas con discapacidad intelectual, incapaces de entender el mundo en el que vivían. Al igual que se trataba a las demás personas con discapacidad en el momento, se les segregaba y menospreciaba.
Sin embargo, estando ya Pedro Ponce de León en un monasterio, admitieron a un noble llamado Gaspar de Burgos. Al ver Ponce de León que el nuevo hermano lego era una persona sorda, lo tomó como su misión personal lograr enseñarle lo suficiente como para que se comunicara. Se centró principalmente en la grafía, pero logró también que hablara. Poco a poco, se corrió la voz de que el fraile era capaz de hacer hablar a los sordos, llegaron más personas sordas a ponerse bajo su tutela para por fin lograr tan ansiada comunicación con el resto del mundo.
Cabe recordar que como parte de la discriminación que sufrían las personas sordas, al ser considerados como personas con discapacidad intelectual, tampoco se les consideraba aptos para heredar patrimonio ni para casarse. Gracias a Pedro Ponce de León la sociedad fue comprendiendo poco a poco que las personas que tenían alguna discapacidad auditiva no necesariamente tenían una discapacidad intelectual, por lo que no era justo tratarles como personas que no podían comprender lo mismo que las oyentes.
Su sistema de enseñanza se basaba en los signos con las manos, y de este modo les iba indicando qué escribir e incluso a articular el habla. No solo les enseñó español, sino que también pudo enseñarles latín e incluso un poco de griego. Esto último es aún más impresionante al tomar en cuenta que el griego tiene un alfabeto completamente distinto, por lo que necesitaría signos distintos.
Variedad de lenguas de signos
El lenguaje de signos es la forma basada en las señas que se hacen con las manos y demás expresiones corporales, pero al igual que en los idiomas hablados, hay distintas lenguas de signos. En total, se calculan más de 300 lenguas de signos.
Las lenguas de signos, al igual que las lenguas orales, suelen variar según el sitio en el que vivan sus hablantes. Por ejemplo, Estados Unidos tiene su propia lengua de signos a la cual conocen como ASL por sus iniciales en inglés (American Sign Language), mientras que en Costa Rica existe el LESCO (Lengua de señas costarricense).
Si bien para una persona que no conoce ninguna lengua de señas, al ver a dos personas expresarse cada una en su lengua pueden parecer la misma, ya que solo podemos apreciar que usan gestos y señas en vez de la voz, no necesariamente se trata de la misma lengua. Si una persona se expresa en LESCO, no necesariamente puede entenderse con alguien que expresa en ALS. De igual modo, para una persona que no hable ninguna lengua romance, al escuchar el portugués y el español puede pensar que se trata de la misma lengua, pero los que sí hablamos o bien español o portugués sabemos que no son la misma y no podemos entendernos con la misma facilidad con la que lo haríamos si hablásemos la misma lengua.
¿Y por qué no unificar?
Un gran obstáculo que encuentran las personas sordas para comunicarse con otros, es que cuando la otra persona no sabe lengua de signos, no pueden entenderse. Por una cuestión de inclusión con esta comunidad se ha recalcado la importancia (y belleza) de la lengua de signos incluso para quienes pueden comunicarse oralmente.
Aunque claro, si yo como costarricense por ser más inclusiva con la comunidad sorda aprendo LESCO, al enfrentarme a una persona polaca sorda, quizá mi LESCO me sea inútil, porque la persona polaca en cuestión tiene una lengua de signos.
Por lo anterior, una de la de las observaciones que le suele hacer a la comunidad sorda, es que a lo mejor sería más sencillo el lograr la comunicación entre las personas sordas y las personas oyentes, si hubiese solamente una lengua de signos. Así, cualquier persona que aprenda lengua de signos puede comunicarse con otras sin importar el sitio.
Sin embargo, al decir esto, estamos desacreditando a las distintas lenguas de signos como elementos de expresión con un valor cultural e histórico, como cualquier otro idioma. Es decir, el proponer que exista una sola lengua de signos supone lo mismo que proponer que se eliminen todos los idiomas y se mantenga solamente el inglés, por ejemplo.
Al suprimir una lengua, se suprimen también posibilidades comunicativas y expresivas. No todos los idiomas funcionan igual, y no todos los idiomas recogen las mismas palabras, conceptos y modos de expresarse. Cada cultura tiene sus necesidades comunicativas, y no son necesariamente las mismas de la cultura de al lado.
«Los esquimales tienen cuarenta palabras para referirse a la nieve»
Una frase típica en estos temas, es que los esquimales tienen una gran cantidad de palabras para hacer referencia a la nieve. Aunque no son tantas, sí es cierto que hay cierta variedad. De acuerdo con M. Camps:
“Los lingüistas de la Universitat de Barcelona Pere Comellas y Carme Junyent ponen luz sobre esta noticia falsa y aclaran la cifra exacta, en el libro Els colors de la neu ( Eumo). Comellas y Junyent refieren que en 1911, en el Manual de las lenguas indias americanas, el antropólogo y lingüista Franz Boas afirma: “En eskimo tendrían una raíz para indicar la nieve que está en el suelo, otra para la nieve que está cayendo, una tercera para la nieve que el viento alza del suelo y finalmente una para la nieve que se amontona por culpa del viento”.
En la cultura esquimal es importante tener más de una palabra para referirse a la nieve, porque la nieve afecta a la vida cotidiana en un modo mucho mayor que el que tendría, por ejemplo, en el caribe. Del mismo modo, cada lengua de signos responde a ciertas necesidades concretas de comunicación que no comparten todas las comunidades de personas sordas.
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Bibliografía
Pedro Ponce de León, el fraile español que enseñó a hablar a personas sordas. C. Salas para La Información. 20 de agosto de 2022. Recuperado de https://www.lainformacion.com/asuntos-sociales/pedro-ponce-leon-fraile-espanol-enseno-hablar/2872493/
¿Es cierto que los esquimales usan cien palabras para la nieve? M. Camps para La Vanguardia. 8 de marzo del 2021. Recuperado de https://www.lavanguardia.com/cultura/20210308/6265397/esquimales-cien-palabras-nieve.html