Definiciones de cada concepto
Según la RAE:
Apotegma es «un dicho breve, sentencioso y feliz, especialmente el que tiene celebridad por haberlo proferido o escrito alguna personalidad o por cualquier otro concepto». Con «feliz» se refiere a «oportuno, acertado, eficaz».
Un aforismo, por el contrario, es una «máxima o sentencia que se propone como pauta en alguna ciencia o arte».
Y una máxima es una «Sentencia, apotegma o doctrina buena para dirigir las acciones morales».
¿Qué caracteriza al aforismo?
A diferencia del apotegma y la máxima, el aforismo no tiene como fin principal un propósito moralizante, sino, más amplio. El aforismo puede contener un tema científico o artístico (como expresa la RAE), pero también filosófico, o, por ejemplo, autobiográfico.
Además, no tiene por qué ser tan breve como el apotegma o la máxima.
Diferencia entre apotegma y máxima
Aunque parezca que una máxima es lo mismo que un apotegma, no son exactamente lo mismo. Ambas son sentencias, es decir, son, cada una de ellas, un «dicho grave y sucinto que encierra doctrina o moralidad» (RAE).
Esto es: ambas persiguen cambiar la actitud del lector y orientarle hacia una forma de actuación concreta. La diferencia radica en que en el apotegma el autor es menos relevante y es más importante el propio contenido del apotegma, que suele dirigirse a aspectos particulares, ya que se adapta su contenido según el receptor; en una máxima el autor es más importante, porque lo que expresa en forma de máxima, guarda relación con un pensamiento más global.
Apotegmas
González Gude escribe: «el apotegma fue, en su origen, una palabra individual dada por un maestro a un discípulo para ayudarle a vencer la dificultad personal en la que se encontraba».
Para clarificar estas diferencias pondremos algunos ejemplos de apotegmas de los padres del desierto, que son «aquellos hombres que, dejando su vida en las ciudades y los pueblos, lo abandonaron todo por seguir a Cristo y se retiraron a la soledad del desierto o de la montaña» (Apotegmas de los padres del desierto).
Ejemplos de apotegmas
El abba Diadoco dijo: «Del mismo modo que las puertas de los baños continuamente abiertas hacen salir muy rápidamente el calor afuera, así el alma, cuando habla con todos, incluso sí habla de cosas buenas, disipa su propio calor por la puerta de la palabra. Es, pues, bonito, el silencio oportuno, ya que es la madre de los pensamientos más prudentes».
Vino un hermano a Scitia para visitar al abba Moisés, pidiéndole una palabra. El anciano le dijo: «Ve, siéntate en tu celda y tu celda te lo enseñará todo».
El arzobispo Teófilo, de santa memoria, dijo al morir: «Dichoso tú, abba Arsenio, que siempre has tenido presente esta hora».
Ejemplos de máximas
De Confucio:
El Maestro dijo: «Cuando veáis a un hombre meritorio, intentad poneros a su misma altura. Cuando veáis a un hombre no virtuoso, reflexionad sobre vuestro propio comportamiento».
El Maestro dijo: «Observar y memorizar conocimientos en silencio, esforzarse sin cansancio para aprender, enseñar a los demás sin fatiga, ¿he llegado a reunir estas cualidades?».
El Maestro dijo contemplando un río: «Todo fluye como estas aguas, ininterrumpidamente, durante día y noche».
Cuando falleció Yan Yuan, el Maestro lloró con extremada desolación. Los demás discípulos le dijeron: «Está demasiado afligido Maestro». Confucio les contestó: «¿Demasiado afligido? Si no lo estuviera por un hombre así, ¿por quién voy a estarlo?».
Ejemplos de aforismos
De Georg Christoph Lichtenberg:
¡Ah, cuántas veces me habré confesado a la noche, con esperanzas de que me absuelva! ¡Y no lo ha hecho!
Los hombres más sanos, más hermosos y mejor proporcionados son quienes están de acuerdo con todo. En cuanto se padece un defecto se tiene una opinión propia.
Para que los hombres admiren una cosa no deben verla completa, siempre debe quedar algo a la especulación. Yorick contuvo su sensibilidad. Wieland y Goethe eran hombres muy distintos hasta que uno se desnudó en las farsas y el otro en la alquimia. Son pocos los hombres que resisten esta desnudez, como Lambert, Möser y Lessing. Después del décimo libro, generalmente se tiene una mala idea del escritor, y no porque escriba peor, sino porque ya se dispone de puntos suficientes para completar la trayectoria de su vida […].
En la Tierra no hay superficie más interesante que el rostro humano.
Bibliografía
Apotegmas de los padres del desierto, David González Gude, Biblioteca de Autores Cristianos
Analectas, Confucio, Herder
Aforismos, Georg Christoph Lichtenberg, Edhasa