Alcohol
Del árabe الــكحول ‘alcohol’. El término كــحول, transcrito como kuhl, hace referencia a un tipo de polvo negro que se obtenía del hollín, y era utilizado como maquillaje para ojos. También se puede traducir como ‘esencia obtenida por trituración, sublimación o destilación’ o ‘espíritu de vino’ (J. Corominas, 2000, p.135). Además, en el Tesoro de la lengua castellana o española se alude a este término como «cierto género de polvos, que con un palito de hinojo teñido en ellos le pasan por los ojos, para aclarar la vista, y poner negras las pestañas» (p. 28). También en el Diccionario de Autoridades (1726) se alude al alcohol como «piedra mineral, metálica, de color negro, que tira algo a azul», aunque también se hace referencia al alcohol en tanto que sustancia química: «Se llama assi entre Chymicos y Boticários el espiritu sumamente rectificado del liquór que sacan de esta piedra, ò el polvo sutilissimo, è impalpable que hacen de la misma piedra». De hecho, la primera acepción del Diccionario de la lengua española se refiere al compuesto químico, y en la cuarta acepción se define como ‘kohl’ —del árabe kuhl, que se mencionaba líneas atrás—. En la definición de kohl encontramos lo siguiente: ‘Cosmético para ennegrecer los bordes de los párpados, las pestañas o las cejas’. Es posible que su incorporación a nuestro léxico tuviera lugar en el siglo XIII, pues en la obra General Estoria de Alfonso X ya aparece el derivado alcoholar, según Corominas (2000, p. 105). Por tanto, el término alcohol es un extranjerismo necesario puesto que no existe equivalente en castellano con el que designar al objeto.
Blanco
Del germánico blank, cuyo significado es el de ‘brillante’, ‘blanco’. Según Joan Corominas (1990, p. 97) se introduce en castellano en el año 1140, y un siglo después se data la forma blanquear. En el Tesoro de la lengua castellana o española, publicado originalmente en 1611, se registra la forma blanca, en femenino, en referencia a la color, de la que se extraen las cualidades de «calidad, limpieza, alegría». La raíz indoeuropea *bhel-, que dio lugar al verbo alemán blinken ‘brillar’, es la misma de la que parten términos latinos como flamma ‘llama’ o flavus ‘amarillo’, según Julius Pokorny (1958). Ahora bien, dicha raíz indoeuropea también la encontramos en el adjetivo flavo, que nos llegó por vía culta del latín. En castellano, este término significa ‘de color entre amarillo y rojo, como el de la miel o el del oro’, según el Diccionario de la lengua española (de aquí en adelante se aludirá a dicha obra como DLE). A pesar de que la palabra para designar al color blanco proceda del germánico, en latín se utilizaba el adjetivo albus, alba, album, término que originó el adjetivo castellano albo, ba, cuya primera acepción en el DLE es ‘blanco’ —aunque, como se indica, se usa más en lenguaje poético—. Además, tal y como asegura Cuervo (1998), la palabra blanco pudo introducirse, seguramente, a través del francés. No obstante, la palabra española más extendida era albo. Otro término procedente del latín, y con idéntico significado, es el adjetivo cándido, da, utilizado también en el lenguaje poético; de este modo, podemos decir que en castellano triunfó la forma blanco, tomada del germánico, mientras que los adjetivos procedentes del latín quedaron relegados al lenguaje literario. No obstante, el triunfo del término germánico se puede observar en otras lenguas romances. Así pues, encontramos branco en portugués, blanc en catalán, blanche en francés, bianco en italiano e incluso blank en inglés, aunque con el significado de ‘vacío’ o ‘en blanco’.
Chuleta
Del catalán de Valencia xulla, con el significado de ‘costilla con carne de ternera, carnero o cerdo’. En el Diccionario crítico etimológico de Joan Corominas se apunta que la incorporación del término a nuestra lengua data del año 1600. El término chuleta —con la grafía adaptada— es el diminutivo de xulla, pues en catalán es frecuente encontrar palabras cuyo diminutivo se forma con los afijos –et y –eta —como en xiquet, a, diminutivos de xic y xica, respectivamente—. Además, en el paso del catalán al castellano apreciamos una disimilación de palatales en posición interior, lo que provocó que el término evolucionara de xulleta (chulleta) a chuleta. En el Tesoro de la lengua castellana o española se define como ‘las costillas del carnero cortadas en pieças (sic) de dos en dos, que la gente pobre compra, cuando no tiene caudal para más’ (p. 200). Además, la etimología del término nos conduce al latín, aunque antes es preciso explicar la evolución del término. En catalán antiguo aparece la voz ensunya, cuyo significado es ‘grasa de cerdo’. Esta voz catalana tiene el mismo origen que enxulha en portugués y que enjundia en castellano, ambas con el mismo significado. De hecho, en el Diccionario de la lengua española la primera acepción del término enjundia es ‘gordura que las aves tienen en la overa; p. ej., la de la gallina, la pava, etc.’. A partir de este significado se constituyó el significado de ‘parte más sustanciosa e importante de algo no material’, en una especie de metáfora entre lo sustancioso de los animales —i. e., la grasa— y lo importante de los humanos. En latín, que es de donde procede esta voz, el sustantivo axungia, –ae tiene idéntico significado que la palabra enjundia, puesto que esta última deriva de la primera.
Hiena
Palabra procedente del latín hyaena, y esta a su vez del griego ὕαινα, que significa ‘hiena’. No sería interesante la etimología de esta palabra si no fuera porque ὕαινα es una alteración de la palabra ὗς, que en griego significa ‘cerdo’. Es decir, la terminación –αινα indica el género (femenino) de la palabra por «contagio» con el término λέαινα ‘leona’.
Melón
Procede del latín melo, -onis, y esta a su vez del griego μηλοπέπων, palabra compuesta por μῆλον ‘manzana’ y πέπων ‘maduro, -a’. Según especifica Joan Corominas (1987, p. 389), procede de la abreviación del ya mencionado μηλοπέπων, mediante la cual se llegó a formar el sustantivo latino. Además, también la palabra melocotón guarda relación con esta, pues procede del vocablo malum ‘manzana’ y cotonium ‘membrillo’. La relación es clara: esta variedad del durazno se conseguía injertando la planta en un membrillo. Pues bien, en latín, malum significa ‘manzana’, pero también ‘fruta’, tal y como ocurre con la voz griega μῆλον.
Tragedia
El origen de esta palabra también está en el griego, concretamente en el término τραγῳδία ‘tragedia’ . Esta palabra está formada, a su vez, por los términos τράγος ‘macho cabrío’ y ᾠδή ‘canto’. Por tanto, la tragedia es el canto del macho cabrío. ¿Por qué? Porque este animal desempeñaba un papel importante en las tragedias, aunque se desconoce si era porque se sacrificaba o porque se entregaba este animal como premio al ganador del certamen.
Referencias bibliográficas:
Covarrubias, Sebastián de. (2006). Tesoro de la lengua castellana o española. Madrid: Iberoamericana – Frankfurt am Main: Vervuert.
Corominas, J. (1990). Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. Madrid: Gredos.
Cuervo, R.J. (1998). Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana. Barcelona: Herder Editorial.
Corominas, J. y Pascual, J.A. (2000). Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico. Madrid: Gredos.
Pokorny, J. (1958). Indogermanisches etymologisches Worterbuch. Disponible en http://archive.org/ stream/indogermanisches01pokouoft#page/118/mode/2up
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