Leer correctamente un diccionario no solo implica fijarse en las distintas acepciones de una entrada. En cualquier diccionario tienen presencia marcas de uso y abreviaturas que aportan información necesaria para entender la definición. Es decir, es un recurso que se emplea en los diccionarios para resaltar ciertas particularidades que presentan las unidades léxicas.
Como se verá más adelante, estas marcas lexicográficas aportan información acerca de la categoría gramatical, el registro, el contexto, la intención o la cronología. No obstante, conviene mencionar que, en un diccionario, todas las acepciones de una entrada llevan, necesariamente, una marca gramatical concreta que permita conocer la clase de palabra a la que pertenece, así como su género gramatical. Además de estas marcas pueden aparecer otras que hagan referencia al registro o nivel, a los saberes y actividades a los que pertenece la palabra o a sus contextos geográficos y cronológicos. Un ejemplo lo encontramos en la undécima acepción de la entrada de marca del Diccionario de la lengua española (DLE):
11. f. Ling. En lexicografía, indicador, a menudo abreviado, que informa sobre la naturaleza y ámbito de uso del vocablo definido; p. ej., adj., Fís.
En esta acepción aparecen, además de las que sirven como ejemplo, dos marcas; al comienzo se especifica el género gramatical (sustantivo femenino) y el contexto técnico en que se utiliza (en lingüística). Sabemos que es un sustantivo y no un adjetivo porque en el caso de estos últimos, en las entradas de los diccionarios aparecen especificadas, si las hubiere, las formas masculina y femenina —v. gr., gordo, da, lento, ta, rápido, da—. Sin embargo, no siempre es sencillo establecer cuáles son las marcas que debe llevar una palabra, sobre todo por cuestiones estrictamente gramaticales. Por este motivo, hay sustantivos que llevan marcas de «usado también como adjetivo» o adjetivos con la marca de «usado también como sustantivo». Un ejemplo: la palabra pobre lleva la marca de adjetivo en el DLE. Sin embargo, al tratarse de un término que se usa como sustantivo en numerosos contextos, precisa la marca de «usado también como sustantivo», cuya abreviatura es «U. t. c. s.».
Marcas gramaticales y marcas de «uso»
Estas marcas de uso no conciernen únicamente a los sustantivos y adjetivos; también los verbos necesitan dichas marcas para especificar si se trata de verbos transitivos o intransitivos, o si el verbo también presenta formas pronominales. Esto se ve, por ejemplo, en el verbo caer. En el DLE aparecen las siguientes acepciones:
1.intr. Dicho de un cuerpo: Moverse de arriba abajo por la acción de su propio peso. U. t. c. prnl. («usado también como pronominal»).
5. intr. Dicho de una cosa: Desprenderse o separarse del lugar u objeto a que estaba adherida. Caer las hojas de los árboles. U. t. c. prnl. Caerse los dientes, el pelo.
Aún no han aparecido las marcas cuyo uso depende del registro y el nivel del hablante. Estas se pueden aplicar a diferentes clases de palabras, puesto que la información que aporta la marca lexicográfica en este caso no incide en una cuestión gramatical, sino de uso. De este modo, hay determinadas marcas —en desuso, coloquial, culto, vulgar, despectivo— que pueden afectar indistintamente a adverbios, verbos, sustantivos, adjetivos, etc. Además, las marcas anteriormente mencionadas pueden combinarse con otras marcas que resaltan algún aspecto gramatical de la palabra. Esto se ve en la definición de la palabra abroncar:
1. tr. Avergonzar, abochornar.
2. tr. Reprender ásperamente.
3. tr. abuchear.
4. tr. coloq. Disgustar, enfadar. U. t. c. prnl.
En la cuarta acepción aparecen tres marcas: la marcas de «transitivo» y «usado también como pronominal» responderían a la información gramatical; la marca de «coloquial», por su parte, nos estaría aportando la información sobre el registro del habla. Estas marcas también siguen un orden, que se podría resumir de la siguiente manera:
Marcas correspondientes a la intención del hablante
También conviene mencionar que hay otro tipo de marcas, que corresponden a la intención del hablante —si es despectivo o irónico— o a su valoración con respecto al mensaje —si se trata de una palabra malsonante o un eufemismo— que no presentan una colocación fija. Por ejemplo, en la siguiente definición se pueden apreciar diferentes marcas lexicográficas:
Tb. lambeculos, Méx. y Ur.
1. m. y f. malson. Arg., El Salv., Hond., Méx., Nic. y Ur. lameculos.
Se puede apreciar que se sigue el orden de la tabla; en primer lugar aparece la información gramatical («m.» y «f.», es decir, es un sustantivo masculino y femenino); después aparece la marca de valoración del mensaje que, como se ha mencionado, no tiene colocación fija. Tras esta marca se especifica la información geográfica, que antecede a la definición.
En definitiva, las marcas lexicográficas permiten una mejor lectura del diccionario, pues permiten conocer tanto el contenido gramatical de la palabra como las diferentes informaciones que derivan de esta. Según recoge DIRAE.es, el DLE emplea 369 abreviaturas que, combinadas, generan en total 839 marcas lexicográficas distintas. El propósito de este artículo, por tanto, no es mostrar todas y cada una de las marcas que pueden aparecer en un diccionario, sino entender por qué los diccionarios necesitan estas abreviaturas y marcas para una correcta lectura.