“No llegará el día en que Pamplona será capaz de admitir y reconocer el bien que Hemingway ha hecho a Pamplona. Aquí los extranjeros no vienen a colonizarnos, como sucede en otros lugares, sino a integrarse en nuestras fiestas”
-Jerónimo Echagüe
Un poco de su vida
La vida del autor norteamericano fue todo menos tranquila. Tuvo una infancia marcada por una madre que lo vestía de mujer y el suicidio de su padre.
A principios de la I Guerra Mundial, el autor tenía 19 años y tras apuntarse fue reclutado como miembro de la Cruz Roja para conducir ambulancias en Italia. Tras sus primeros días en Italia recuerda cómo una de sus labores consistió en recoger cadáveres luego de una explosión, pero antes de recogerlos debía asegurarse de que no faltara ninguna pieza. Una especie de puzzle humano. En la guerra sufrió también una herida al ser impactado por una metralla.
Pasada la guerra, pero sin olvidar los horrores vividos en ella, estuvo durante un tiempo en Canadá trabajando como corresponsal del Toronto Star Weekly. Luego, en 1920 volvió a su país natal para seguir trabajando como escritor independiente. Al año siguiente conoció a Hadley Richardson y se casó con ella justo antes de irse a vivir a París. Allí empezó una larga vida de arte y devoción profunda a sus manifestaciones, más no su lealtad a las mujeres, pues tuvo cuatro esposas y múltiples amoríos.
Una de las pasiones que mantuvo a lo largo de toda su vida, aparte de la literatura, fue su encantamiento con las fiestas de San Fermín en Pamplona.
Hemingway en Pamplona
Cuando viajaba a esta pequeña gran ciudad se hospedaba en el icónico Hotel La Perla, concretamente en la habitación 217, desde el cual podía respirar el ambiente festivo de la Plaza del Castillo. Este hotel además es famoso por ser donde los toreros se preparaban para la corrida.
La primera vez que estuvo en las fiestas fue en el año 1923, pues llegó a completar un reportaje compuesto por doce trozos, siendo el último de San Fermines. Las festividades le encantaron y despertaron en él una llama que lo acompañó hasta sus últimos días. Incluso llegó a correr en el encierro el 7 de julio de 1924 del cual salió ileso.
Debido a las tensiones políticas y ambiente de violencia en el cual se vio envuelta España durante la Guerra Civil, el autor dejó de acudir a las fiestas. Esta ausencia se extendió a lo largo de veinte años, hasta que decidió volver en 1953 a disfrutar de sus amadas fiestas. Una anécdota curiosa recogida por la página dedicada a San Fermines de la marca local Kukuxumusu es la siguiente:
“También se cuenta que el 7 de julio, según relata José María Iribarren en su libro «Hemingway y los Sanfermines», después de la Procesión, el escritor entró hasta la capilla de San Fermín y le rezó devotamente. Más tarde, Octavio Aparicio le preguntó en una entrevista quién le parecía el pamplonés más interesante, a lo que Hemingway respondió: “San Fermin”.”
Fiesta
Un año importante para el autor fue 1925, ya que fue cuando empezó a escribir su nov ella enmarcada en las fiestas pamplonicas denominada “The Sun Also Rises” o “Fiesta”. De acuerdo con la Casa del Libro:
“Esta hermosa y punzante historia narra la excursión a Pamplona de un grupo de americanos e ingleses exiliados en París en los años veinte, donde se reencuentran la seductora Brett Ashley y el desventurado Jake Barnes, que durante la Primera Guerra Mundial vivieron un amor genuino e irrealizable.
El ambiente del París rive gauche y las descripciones de las corridas de toros en España, brutalmente realistas, son la metáfora de una era de bancarrota moral, amores imposibles e ilusiones perdidas.”
Si bien las personas no suelen dudar antes de acudir a una fiesta, el hecho de que los San Fermines tengan un alcance internacional tan amplio se debe en parte al autor. Con su obra dio a conocer y a su vez popularizó las fiestas tradicionales de Pamplona, atrayendo a miles de turistas hasta la fecha. Parece ser que antes de la llegada de Hemingway en calidad de Premio Nobel, la popularidad de las fiestas era más bien una cosa local.
Hasta la fecha, hay sitios que recuerdan y agradecen el papel que tuvo el autor en las fiestas, como por ejemplo, el Café Iruña. Además de ser un sitio precioso, se sabe que Hemingway estuvo en él en varias ocasiones. Por eso, hay muchos que conocen este café como “El café Hemingway”. Una fama parecida tiene el Bar Txoko, el cual está en la misma zona del Iruña.
Últimos días
El 2 de julio del 1961, tan solo unos días antes de que empezaran sus fiestas tan queridas, Hemingway se disparó con una de sus escopetas de caza en su casa de Idaho. Es difícil dar una razón aislada que conduzca a una persona a tomar una decisión tan trágica como lo es un suicidio, pero en el caso de Hemingway es seguro que habrán influido el alcohol, la hipertensión, los problemas hepáticos y finalmente la hemocromatosis, misma enfermedad que entre otras cosas condujo a su propio padre a la misma decisión fatal.
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Fuentes
https://www.casadellibro.com/libro-fiesta/9788497597937/915598
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/ernest-hemingway-mito-literatura-mundial_14535
https://www.sanfermin.com/es/guia-de-la-fiesta/hemingway-en-sanfermin/