Márgenes comerciales de las agencias de traducción
Este post surge a raíz de las respuestas a los exámenes de los alumnos de nuestro «Curso de Introducción al Mercado de la Traducción» ya que recientemente he corregido todos los exámenes.
Resulta interesante contestar a algunas opiniones del examen y no podía dejar de comentarlas ya que me han llamado la atención algunas afirmaciones de los alumnos.
Margen de las agencias – ¿Cuál es?
Muchos alumnos han señalado como margen de las agencias de traducción «el 40%«. Si bien es posible que se señalara en los materiales del curso como ejemplo, era solo eso: un ejemplo y una recomendación.
Pero, lógicamente, hay agencias que tienen un 0% de margen, hay algunas que tienen un 100% o más. Puede haber incluso un margen negativo si gestionan mal un proyecto o si tuvieran mala suerte con el traductor o con el cliente.
Lo cierto es que el margen comercial de las agencias puede ser el que les dé la gana en cada momento pero sí que había señalado una recomendación teniendo en cuenta:
– Los precios que se ofertan en el mercado (tanto para clientes como para remunerar a los traductores);
– El precio mínimo por el que entiendo que un traductor de una calidad aceptable estaría dispuesto a trabajar.
Diferencia entre margen y beneficio
Aunque se mezclan en el lenguaje popular (y en este artículo también) ambos conceptos, aclaro que soy consciente de la diferencia técnica entre margen comercial y beneficio antes de que nadie me salte al cuello.
Márgenes muy altos
Ciertamente la dirección que está tomando el mercado es de márgenes muy altos (algunos abusivos).
Para algunas agencias la práctica es simplemente «de lo que diga el traductor que cobra, lo ponemos al doble«. Esta es una práctica extendida que me ha comentado mucha gente y es preocupante cuando no se plantea ningún valor añadido.
En otros casos hemos tenido noticia también de empresa internacionales (algunas domiciliadas en países con baja imposición) y, sin embargo, con unos márgenes del 80% (entre lo que rebajan de tarifa y lo que deducen por palabras repetidas, etc.).
El problema es que si con el 80% de margen y pagando impuestos en un paraíso fiscal o en un país en todo caso donde se pagan pocos impuestos no son rentables, pues hay algo que falla en las «fundamentals» del negocio de esa empresa.
Si pensamos en otro negocio (muy rentable) como el de la delincuencia y la corrupción, tanto su margen de beneficio como su porcentaje de impuestos no están lejos de lo que están pagando algunas de estas multinacionales. En un programa de televisión reciente comentaban que una red española de supuesta corrupción tenía «un 90% de beneficio» y en cuanto a los impuestos, no tengo ni idea de lo que pagaban, pero podemos suponer que cero o poquito en todo caso (ya que también – suponemos – gran parte de los ingresos no los declararían).
Pues bien, si la red supuesta de corrupción tenía un 90% de beneficio (supuestamente y según lo que nos cuentan en unos medios y otros) y pagaba poquitos impuestos o nada y nos dicen también que «era muy rentable» pues en ninguna cabeza cabe que una multinacional tenga un 80% de margen y pague un 2%, un 8% o un 10% de impuesto de sociedades en otro país y digan que no ganan. O es mentira o es que hay algo que falla en la organización de su negocio.
Seguramente ese sea uno de los problemas del capitalismo de nuestra época y es que las grandes multinacionales tienden a ser menos rentables por el producto en sí mismo y la rentabilidad les está viniendo (en mi opinión) de otras medidas como migrar a países donde se pagan pocos impuestos (Luxemburgo, etc.), rebajar los márgenes de proveedores, etc. Pero, al final no deja de ser poner parches porque… ¿si el producto no es rentable la empresa tiene futuro? ¿se puede rebajar en calidad del producto sin que impacte su viabilidad como negocio? ¿la estrategia podría significar echar a proveedores que luego van a montar negocios por su cuenta y convertirse en competencia?
En palabras de otra fuente, Dr. James V. Green de la Universidad de Maryland («The Opportunity Analysis Canvas: A New Tool for Identifying and Analyzing Entrepreneurial Ideas«) el problema se resume así (la traducción es mía):
“Están surgiendo nuevos mercados en los que por un precio razonable, los emprendedores y pequeñas empresas pueden subcontratar trabajos a autónomos en la red para que proporcionen esos servicios. Las operaciones que llevan acumuladas estas comunidades online superan ya el billón de dólares […]”
Según Green el número de autónomos que trabajan en portales como oDesk, Elance, Freelancer, 99 designs y otras “supera ya los 10 millones” y hay “millones de ofertas publicadas”.
“Esta economía funciona para el freelancer. Si pagas una tarifa de 300 $ a oDesk para diseñar un logotipo, por ejemplo, un 10% de ese dinero se lo quedará oDesk, como comisión de gestión. El 90% restante va a la persona que diseña el logotipo. Esta cantidad frecuentemente supera la remuneración que recibirían para completar una tarea similar como empleado de una gran empresa.”
De este modo vemos como hay una economía enorme que está surgiendo totalmente al margen de las grandes empresas de servicios y – suponemos – les está quitando negocio. Pero no hace falta que sea en «oDesk» (aunque se cita como portal en el texto de Green porque es profesor de una universidad de EE.UU.). Son muchas las empresas que contratan ya con pequeños freelancers y no con grandes empresas porque pueden obtener traducciones a precios más bajos y, a veces, la calidad también es mejor.
El problema de los márgenes
El problema de los márgenes, siempre según mi opinión, es que los márgenes han incrementado en ciertas empresas por la situación económica y que:
Este margen lo pagamos nosotros pero ellos no han rebajado gastos superfluos: en un caso hablaban en foro donde se criticaban las tarifas (bajas) de una agencia y respondía una gestora diciendo que «vivimos en Nueva York y con 60.000 dólares apenas nos llega para el alquiler«… ¿Y por qué tienen que vivir en Manhattan los gestores de una agencia de traducción? ¿Acaso el negocio de la traducción da dinero para vivir en esos sitios? Pues no vivan en Nueva York… Váyanse a Nueva Jersey, a Boulder, Colorado o a Detroit… O bien subcontraten trabajo en Perú o en Colombia.
La incomprensión de lo que es cualificado y lo que no, y el producto que se vende. Además, hay que distinguir entre lo que es una labor cualificada y lo que no: la traducción es una labor cualificada y difícilmente se puede rebajar en calidad (porque impacta sobre el producto) pero el back office, por ejemplo, no es una labor cualificada o, aun siéndolo, es de cualificación menor y no tiene un impacto tan directo sobre el producto como lo tendría el rebajar el nivel de calidad de la traducción en sí misma.
Las agencias de traducción, aunque lo crean, no venden back office ni administración. El cliente no va a la agencia a comprar servicios de administración ni de gestión. Va a comprar traducciones. Si a cualquier cliente de la agencia le preguntas:
– ¿Qué está comprando vd.?
– Respuesta: «traducciones»
Y sería raro que respondiera «el ciclo de gestión del proyecto» o las «leveraged streamlined processes de no sé qué no sé cuántas» que NO es lo que compra ningún cliente.
Aun así, en estos años de crisis las «think tanks» de la industria de la traducción han ido de proponer en 2009 el crowdsourcing como solución «al problema de los proveedores» (es decir, nosotros, que somos un problema porque somos lentos y caros) a estar ahora en el bando de la Machine Translation. El caso es que no se dan por aludidos en lo que sobra en la traducción son ellos y no nosotros, que no sobramos ni nos pueden eliminar de la «streamlined localization process«.
Precios bajos y márgenes altos
Si pensamos en un 50% de margen (el que aplicarían sistemáticamente muchas agencias de España, por ejemplo)… Si estas agencias anuncian precios de 0,09 por una traducción al inglés (simple) a un cliente directo… ¿Alguien puede pensar que por una tarifa de 0,045 o 0,04 (incluso con descuentos de repetidas – con lo cual sería menos) les va a salir una traducción muy buena y de calidad excelente? Puede que sí y puede que no.
Existe un problema de nivel de precios indudable, ya que son muy bajos los precios que ofrecen en el mercado (y publicadas en sus páginas).
Sin embargo, a un freelancer en España cobrar directamente 0,09 de un cliente sí que le puede merecer medianamente la pena y sí que estaría dispuesto a trabajar bien por ese precio.
Intermediación que no añade valor
Por eso, últimamente la empresa grande no es necesariamente (en mercados de servicios, como el diseño, la traducción, el marketing, etc.) garantía de mejor calidad… Puede que sea de mejor calidad un proveedor más pequeño (microempresa) con menos margen entre lo que cobra la empresa y lo que cobra el proveedor y donde la persona que trabaja en la empresa (por su formación en traducción y por su mayor interés en el trabajo, por ser pequeño emprendedor) le dedique más atención a la revisión del trabajo. E igual en un monstruo de miles de empleados, ni la miran porque ni les interesa ni les compensa.
De hecho, hace un tiempo me dijo una PM que preparara una traducción (tras limpiarla y demás) «para entregar al cliente porque estoy muy ocupada y no me da tiempo a mirarla«.
Lógicamente lo hice y no dije nada, pero no deja de ser sorprendente.
Contexto más amplio
Como digo es un problema del capitalismo de nuestra época y la poca rentabilidad de las grandes multinacionales supone toda una serie de problemas muy complejos y de difícil resolución porque nuestra estructura económica está muy vinculada a los resultados de las grandes empresas… Pero, en definitiva, pienso que las soluciones más que por intentar distorsionar el mercado con medidas que beneficien a las grandes empresas en detrimento de las PYMES (con rebajas de impuestos, ventajas legislativas, etc.) pasarían — mejor — por intentar adaptarse a los tiempos y pensando en quitar toda una serie de mamandurrias que son gastos tremendos para estos Diplodocus como son todos los gastos que generan el ser una gran empresa:
– Los accionistas (que quieren recibir un dividendo y que suban las acciones a toda costa);
– Los consejos de administración y los comités y sus remuneraciones y dietas;
– Ciertas obligaciones como publicar cuentas anuales, informes de responsabilidad social corporativa, etc., etc.
– Toda la grasa de consultoras, despachos de abogados de alto nivel y asesores que se nutren de grandes cuentas a los que cobran un ojo de la cara.
Puede que en un futuro o vayamos a una tendencia de mayor concentración (entre las grandes empresas) para rebajar costes o que bien, por el contrario, las escindan en unidades más pequeñas porque unas unidades pequeñas no arrastrarían todas estas obligaciones de una gran empresa (por ejemplo, el no tener accionistas ya es un gran respiro para cualquier empresa porque pueden dirigir la empresa de forma mucho más libre sin rendir cuentas o sin la presión constante de tener altos beneficios).
Estas son algunas de las opiniones que – según una alumna – son «muy técnicas» pero que me parecía oportuno aclarar ya que he corregido todos los exámenes y me he encontrado con afirmaciones que quería matizar.
Desde luego no es un tema fácil ni sencillo y hay mucho que debatir.
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