El dominio de ciertos signos ortográficos resulta fundamental para la traducción. Un mismo signo, no obstante, puede tener diferentes usos en una misma lengua. Además, como trataremos de explicar, también pueden variar en función de la lengua en la que se utilicen. A grandes rasgos, un signo ortográfico es una marca que, sin ser una letra o número, se utiliza en los textos para ayudar a su lectura. Los signos ortográficos, a su vez, pueden ser de dos tipos: ortográficos o auxiliares. En las próximas líneas nos referiremos concretamente a los diferentes usos que pueden tener las comillas, la raya y el guion.
Comillas: uso y funciones
El principal uso de las comillas es el de marcar los enunciados literales —citas textuales— emitidos por alguien. Hay diferentes tipos de comillas, pero en español lo recomendable es utilizar las comillas angulares o latinas (« ») en primer lugar, y las inglesas (“ ”) y las simples (‘ ’) cuando haya que entrecomillar un texto previamente entrecomillado, como en este ejemplo: «Estamos viendo el reportaje “Sobre los ‘negocios’ de Luis”».
También hay ciertas casos en los que se recomienda usar un tipo de comillas en lugar de otras. Por lo general, tanto las latinas como las inglesas son intercambiables en todos los contextos. Por ejemplo, cuando se habla del uso metalingüístico de una palabra —es decir, comentando alguna cuestión lingüística—, se recurre a la cursiva: «La palabra ínclito significa ‘ilustre’». Sin embargo, en los textos manuscritos, o en aquellos en los que no se pueda utilizar la cursiva, se recurre a las comillas: «La palabra «ínclito» significa ‘ilustre’». Como puede verse, los significados de los términos aparecen siempre con comillas simples, pues así lo aconseja la Ortografía de la lengua española: «En obras de carácter lingüístico, se utilizan las comillas simples para enmarcar los significados de los términos o expresiones citados» (2010, p. 383). También hay que comentar que no todas las citas se suelen entrecomillar. Generalmente, cuando la cita ocupa más de 4 líneas o más de 40 palabras, se marca dicha cita con sangrado y en un párrafo aparte.
El guion
El guion forma parte de los signos ortográficos auxiliares y tiene, principalmente, tres usos:
1. Dividir palabras a final de línea
Tanto en textos manuscritos como digitales, es frecuente que aparezcan ciertas palabras que, situadas al final de la línea, han de dividirse mediante un guion —por falta de espacio— y continuar en la siguiente. La división de esas palabras, además, sigue un criterio de división por sílabas, es decir, que un término como terraza, de tres sílabas, podrá dividirse de dos formas: te-rraza o terra-za.
2. Unir dos palabras
También es posible que se utilice el guion en palabras compuestas, sobre todo en aquellas que están emparentadas semánticamente pero que aluden a referentes o realidades diferentes. Algunos ejemplos serían los adjetivos teórico-práctico, árabe-israelí o técnico-administrativo, o los sustantivos formados por relación entre dos conceptos, como kilómetros-hora o coste-beneficio.
Aunque, como ya explicamos en este artículo, los prefijos suelen ir unidos a la palabra a la que acompañan, hay casos en los que el prefijo se separa mediante un guion. Esto ocurre cuando el prefijo precede a una sigla o a un nombre propio, para evitar que haya alternancia de mayúsculas y minúsculas en interior de palabra: anti-OTAN o pro-Hitler.
3. Unir otras combinaciones gráficas
Los guiones también pueden unir números que guarden ciertas relaciones, ya sea porque existe un espacio entre ambos —siglos XV-XVIII; páginas 10-21— o porque se quiere expresar un período concreto: curso 2018-2019. También pueden utilizarse en la escritura de las fechas, aunque en ese caso pueden utilizarse también la barra o el punto: 24-5-2014; 24/5/2014 o 24.5.2014.
También es posible encontrar el guion en obras de contenido lingüístico, aunque en este caso sus usos son ligeramente diferentes. Por una parte, sirve para marcar la separación silábica de una palabra —pro – gra – ma – ción, al – ter – nan – cia— y, por otra parte, para especificar que una sílaba o elemento compositivo va en posición inicial o final de palabra: pre-, contra-, -idad, -ar, -illo.
Usos de la raya
La raya forma parte de los denominados signos dobles, o lo que es lo mismo, aquellos que deben utilizarse dos veces en la escritura, como las comillas, los paréntesis, los corchetes o los signos de exclamación e interrogación. Aunque en muchos casos se confunden, la raya y el guion no son lo mismo; la raya (—) es más larga que el guion (-). El uso principal de la raya es el de delimitar aquellos enunciados que aportan información complementaria al contenido principal del mensaje:
«En esta región se hace a través de los trabajadores sociales acreditados —los llamados coordinadores de casos— de los Ayuntamientos que trabajan en colaboración con las secciones de la Mujer» (El País, 13-9-2018).
Por tanto, cuando se usa como signo doble la raya tiene la función de marcar incisos. No obstante, para tal uso también pueden utilizarse las comas o los paréntesis. Como recoge la Ortografía, «los incisos entre rayas suponen un aislamiento mayor con respecto al texto en el que se insertan que los que se escriben entre comas, pero menor que los que se escriben entre paréntesis» (2010, p. 374).
La raya en los diálogos
Además, cuando en una cita textual se quiere incluir un inciso, se recurre a las rayas: «Cuando usted quiera —dijo mi amigo— salimos de aquí». También hay que puntualizar que no ha de escribirse raya de cierre cuando, tras el inciso del narrador, no habla el personaje: —Que te vaya bien —le comentó él mientras se marchaba. No obstante, cuando tras el inciso vuelve a tomar la voz el personaje, sí se escribe raya de cierre: —Nunca lo entenderé —le dijo seriamente—. No comprendo tu decisión. Conviene tener en cuenta, además, que en los diálogos se marca con raya la intervención de cada interlocutor, y esta debe escribirse pegada a la primera letra —en este caso no se trata de un signo doble—:
—¿Qué haces por aquí?
—Dando un paseo.
En las obras teatrales, en las que aparece el nombre de cada interlocutor, la raya sirve para separar el nombre del interlocutor de su intervención:
MARCOS.— Se ha quedado buena tarde.
MARÍA.—Pues sí, la verdad
Referencias bibliográficas:
Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española, Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana, 2005.
Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española, Ortografía de la lengua española. Madrid: Espasa, 2010.