En esta entrada continuamos el capítulo sobre la gestión de proyectos tras la primera entrada.
No devaluar el producto
Como ya he dicho ya en otro capítulo del manual, son frecuentes los intentos del cliente de devaluar el producto diciendo que es mucho o es poco a traducir, es solo poner un sello, no importa si no está muy bien, etc.
Como gestores tenemos que ser conscientes del enorme esfuerzo que hay detrás de cada traducción jurada y de cómo se contabiliza y remunera ese esfuerzo. Si es en palabras, el gestor tiene que ser capaz de realizar la conversión correspondiente y de tener en cuenta todo lo adicional a esa conversión (todo lo que no salga porque no se reconozca, los sellos y anotaciones que se van a añadir, etc.).
El buen gestor también tendría unas respuestas que dar a los clientes que quieran devaluar el esfuerzo de las traducciones juradas porque conoce el trabajo y cómo se hace: el tiempo medio que lleva, las dificultades que entraña la urgencia, los problemas que surgen cuando hay errores, etc.
Plazos de ejecución
Mención especial merecen los plazos de ejecución de una traducción jurada. Aunque se quiera hacer lo máximo por satisfacer al cliente, tenemos que ser conscientes de los plazos que lleva realizar el trabajo en traducción y más en una jurada donde el resultado tiene que ser – si cabe – aún más perfecto que el de una traducción simple. Idealmente, el gestor habrá realizado él o ella misma alguna traducción y sabrá el tiempo que lleva traducir 3.000 o 5.000 palabras en un campo especializado o 500 palabras manuscritas en letra casi ilegible o 1.000 palabras de un encargo de “palabras sueltas” o listas de productos, etc.
Conocerá también las dificultades de ciertos formatos como el PDF, el PPT o el Excel y el tiempo que eso puede añadir a los plazos de traducción.
Sabrá también que como sus traductores son freelance suelen tener más clientes aparte de esa agencia y tienen más compromisos con sus otros clientes.
Sabrá que a veces los jurados con los que cuenta no tienen disponibilidad: porque van a cursos, tienen familias, se ponen enfermos o trabajan para otros clientes. Y, lamentablemente, es así y eso forma parte del riesgo y del valor añadido de una agencia, que es precisamente (de cara al cliente) que mientras que un traductor freelance no está disponible siempre, la agencia sí que lo está y por eso tiene que tener multiplicidad de colaboradores y, si no los tuviera, tiene que buscarlos…
Precios y tarifas
Tiene que conocer también las formas habituales de cobrar las traducciones juradas: mínimos por encargo, por documento, los recargos por urgencia, por formato, etc. Aunque en su agencia o empresa en concreto no hicieran esos recargos o el traductor con el que contraten no tenga esos recargos o métodos de tarificación, la agencia debe saber que en el mercado los hay y más o menos lo que se suele cobrar (habiéndose informado previamente viendo los precios de la competencia en sus páginas web, ofertas, etc.).
Copias
En cuanto a servicios adicionales como las copias, además de las recomendaciones que ya di para traductores freelance, para el caso concreto de las agencias se me ocurre una muy importante y es que los traductores jurados (como las cucarachas del anuncio aquel) nacen, crecen, se reproducen y mueren… O, a veces, simplemente dejan de estar disponibles por cualquier motivo. Se jubilan, se casan, tienen crisis nerviosas, se dan de baja de autónomos y se ponen a dar clases en la Universidad, o se cansan de España y se van a vivir a las Bermudas una temporada. Pasan muchas cosas en la vida. Porque los jurados pueden ser grandes profesionales pero no tienen vida eterna y no van a estar siempre disponibles para hacer copias de traducciones de hace ni se sabe la de tiempo.
Por eso es interesante pensar (para la agencia) en qué nivel de precios tienen que establecer las copias (teniendo en cuenta que tiene el mismo valor del original). Más que nada porque tendrán que pensar que si encargan una traducción hoy y piden una copia, seguramente no haya mucho problema en que el jurado en cuestión expida una pero… ¿Y si la piden al año o a los dos años? En el precio que fije la agencia tendrán que pensar si va a estar disponible el mismo traductor o no y lo que les pueda suponer en valor económico, por ejemplo, que la traducción la tenga que jurar otro traductor (distinto del primero).
Especialidades
Los traductores jurados – como todo el mundo – tienen especialidades y aunque el cliente se piense que pueden traducir cualquier cosa desde un romance del s. XII en verso alejandrino hasta un testamento pues tú como gestor tienes que saber que no.
Incluso tienes que saber que no pueden hacerlo aunque te digan que sí. Para eso estás tú de filtro: para mirar el CV y ver si tienen un máster en derecho marítimo y pueden traducir el reglamento de buques mercantiles o no pueden hacerlo. Para ver si son recién licenciados y sin experiencia y no pueden traducir un documento que solo le mandarías a un experto con X años de experiencia y con un rodaje en tu agencia.
Los traductores jurados también tienen especialidades y, como gestor, tienes que recoger esos datos, mantenerlos, actualizarlos y contrastarlos con los proyectos que vayan entregando bien o mal en X campos para saber si valen o no valen y en qué cosas destacan y en cuáles no. Que un traductor jurado traduce genial documentos de medicina porque era médico antes o que otro traduce muy bien escrituras porque hizo un máster en práctica notarial.
Es tarea muy difícil sin duda, pero ese proceso de selección también es parte del valor añadido de una agencia y las agencias que mejor seleccionen y escojan a los colaboradores, cada uno en su campo y asignando los trabajos a las personas con el perfil apropiado y perfecto para ese encargo, van a ser los mejores proveedores, sin duda alguna. Y podrán cobrar eso como enorme valor que ofrece la agencia al cliente.
¿La agencia siempre es la mala?
La agencia siempre va a ser la mala, para el cliente y para el traductor, y ya lo sabes… Habrás leído muchas críticas ya en este blog y en otros similares.
PERO hay muchas agencias a las que les va bien cuando hacen las cosas bien, por ejemplo:
– Realizando una selección adecuada de profesionales y asignándoles trabajos con los que se sientan cómodos: a cada proveedor le corresponde un trabajo perfecto;
– Planificando y justificando ante el cliente los plazos y las condiciones que se necesitan para hacer un trabajo bien hecho y negociando o incluso rechazando lo que no se pueda hacer en condiciones de calidad y con garantías;
– Poniendo en valor el producto: sabiendo muy bien lo que vende y conociendo perfectamente todas las normas y prácticas de la traducción jurada. Si quieres vender y, sobre todo, si quieres vender a buen precio, tienes que ser experto en el producto que vendes;
– Cobrando al cliente los servicios adicionales que se prestan para no “ir de guay” frente al cliente pero luego tener que exigir a un tercero que haga algo gratis o a mitad de precio;
– Vendiendo siempre calidad y no precios bajos;
– Trabajando muy duro en construir relaciones a largo plazo con un número selecto de clientes (como se debe hacer en negocios B2B);
– Cuidando a todos los stakeholders de la intermediación: entre los que están los clientes, los proveedores, los profesionales de la traducción (en general) y el propio personal de la agencia.