Leon Hunter

Entrevista con especialista: aproximación a la dislexia.

Una aproximación a la dislexia

Para enseñar se necesita saber, pero para educar se necesita ser.

-Quino

Es probable que a lo largo de nuestras vidas, especialmente en contextos educativos, nos hayamos topado con personas con dislexia. Aquellos compañeros que de vez en cuando salían a un aula aparte o que quizá duraban un poco más leyendo en voz alta. A lo mejor, esos compañeros fuimos nosotros. 

Hay muchos mitos y desconocimiento con respecto a la dislexia, por lo que hemos querido redactar este artículo para desmitificar y compartir al respecto. Con este propósito, hemos tenido la suerte de entrevistar a Ana Vanessa Barquero. 

Esta costarricense es docente, psicóloga clínica, máster en administración educativa y asesora en pedagogía familiar.

En primer lugar, ¿Qué es la dislexia? ¿Se trata de una enfermedad?

Se trata más bien de un trastorno específico del aprendizaje que tiene una condición neurológica. Es decir, que el cerebro de la persona tiene un procesamiento diferente del un estímulo, ya sea visual o auditivo.

No es una enfermedad, por lo que no es algo que se cure. Es una condición que acompaña a la persona durante toda su vida. Aún así, con una intervención clínica, pedagógica o educativa, la persona adquiere una serie de herramientas que le permiten escribir de forma adecuada y accesar a un buen nivel de lectura y producción escrita. 

¿La dislexia cambia con el tiempo? Es decir, ¿Se puede decir que aumente o disminuya, o se mantiene siempre igual?

Como es condición, no empeora ni mejora… Pero si una persona es diagnosticada a temprana edad se pueden activar una serie de ayudas y apoyos emancipadores para que la persona de forma autonómica adopte formas concretas de hacer frente a la condición.

¿Existe alguna relación entre capacidad global y dislexia?

No, no tiene ninguna relación. La capacidad global o intelectual implica varias habilidades. Entre ellas, poder percibir bien los estímulos, capacidad verbal, capacidad de asociación, velocidad de trabajo, capacidad de evocar lo aprendido previamente y reproducirlo en nuevos escenarios, etc. No tiene nada que ver la dislexia con esto. La dislexia es simplemente una condición que está en algunas personas, y hay individuos con extraordinaria capacidad cognitiva que también presentan esta condición. 

Si el niño tiene un buen abordaje educativo, pedagógico y de acompañamiento de la familia, no tendría por qué verse afectado su rendimiento académico ni su aprendizaje. La clave reside en que los maestros, junto a los padres, favorezcan una serie de destrezas que le ayuden  al estudiante con el proceso de la lecto-escritura. Es importante que esta ayuda se brinde mediante la forma y el canal que más le favorezca a él. Por ello, debe tratarse de un programa individual que vaya compensando las dificultades concretas que la dislexia le genera. 

¿Cuál es un plan de acción recomendado para ayudar a una persona con dislexia?

    1. Tener la certeza de que se está frente a una dislexia. ¿Cómo? Mediante el diagnóstico individual por un especialista. 
    2. Trabajar el proceso de lateralización de la persona. Es decir, la habilidad de ubicarse en cuanto a arriba, abajo, izquierda y derecha. Son las relaciones espaciales. 
    3. Seguir el programa individual en donde se busque el mejor método para que la persona recapture los estímulos y los pueda procesar correctamente.

Siguiendo en la línea del diagnóstico, ¿A partir de qué edad se puede hacer un diagnóstico acertado de esta condición? 

Existe una corriente que se ha venido posicionado desde hace un tiempo que es la escolarización a muy temprana edad. Por sí sola, no es necesariamente perjudicial, pero en ocasiones puede llevar a una academicismo. En la práctica, consiste en que al niño desde muy temprana edad se le exige -o inclusa obliga- a saber leer. El problema es que neurológicamente no tiene todavía todas las herramientas de madurez para ello. 

Es importante recalcar la diferencia entre que un niño pueda denotar unos símbolos y los reproduzca, y otra cosa distinta es que tenga la plenitud de explicar lo leído. Y esto es el verdadero proceso de lectura. Es decir, una persona de 3 o 4 años puede ser capaz de leer ciertos textos, pero eso no implica necesariamente que pueda hacer un análisis profundo de ello.

El problema con un diagnóstico demasiado temprano es que puede conducir a un falso positivo. Si se trata de alguien de 4 o 5 años, todavía no tiene su lateralidad bien desarrollada. Por ello, puede darse que invierta letras, haga escritura de espejo, le cueste seguir el trazo para la direccionalidad concreta, etc., pero esto no necesariamente implica que tenga dislexia. Simplemente no tiene la madurez necesaria para leer en todo el del sentido de la palabra.

Para hacer el diagnóstico, además de hacerlo a la edad adecuada imagino que es fundamental que lo haga un especialista. ¿Puede hacerlo, por ejemplo, un profesor? ¿O quién sería la persona adecuada?

No considero conveniente que lo haga un profesor. 

Cada carrera tiene un campo disciplinar, y ese campo está relacionado con su objeto de estudio. La  capacitación del maestro evidentemente lo ayuda a detectar cuando algo no marcha como debería, pero no están formados para el diagnóstico. Los profesores tienen la labor y la responsabilidad de alertar a los padres cuando ven que el niño tiene una dificultad importante para poder darle la atención que requiere, pero el diagnóstico es mejor dejarlo a los especialistas. 

Lastimosamente, a veces lo que ocurre es que mientras menos se informe a los padres del aprendizaje de sus hijos y menos se conozca sobre el proceso individual de aprendizaje, más tarde llega el especialista requerido. Por lo que toda la primera fase en la que se puede ayudar al niño se retrasa mucho. De repente, llegan a tercer grado, con 8 o 9 años y todavía no saben leer adecuadamente. Por supuesto que todavía pueden aprender, pero es una pena el tiempo valioso que se pudo haber aprovechado para que el niño tuviera un aprendizaje menos dificultoso.

Respecto a la persona adecuada, varía un poco en función del país, puesto que a veces los campos disciplinares de las carreras cambian. En general, puede hacer el diagnóstico un psicólogo educativo, psicólogo clínico, un neuro-psicólogo, un neuro-pediatra o un logopeda.

¿Cuál es la labor de un educador ante la dislexia de un alumno? 

Adoptar un plan personalizado para el niño. Todo lo que implica la mediación pedagógica es un accionar propio del docente. Uno de los peores errores que se puede hacer en la educación, es exigirle a un padre de familia que asuma un rol de maestro. 

El maestro debe saber propiciar un desarrollo armónico e integral del niño, sin exigirle estar adelantado ni infantilizarlo. 

¿Cómo se le puede explicar a un niño de su dislexia sin que se sienta agobiado?

El niño es un ser inteligente esencialmente, por lo que si hay algo que le cuesta mucho, suele darse cuenta rápidamente; en especial al compararse con sus pares. Se inhiben en el aula y tratan de evitar las interacciones donde quede en evidencia su dificultad, puesto que se sienten inseguros. 

Al niño se le debe explicar que no hay dos personas iguales, y que todos tenemos fortalezas y debilidades. No hay que intentar esconderle que tiene una dificultad, sino explicarle que esta no lo define ni lo determina. Que sepa que no es juzgado y que no debe sentirse menos que sus compañeros, y lo fundamental, que cuenta con el apoyo de su familia y profesores. 

En cuanto a la lectura, las personas con dislexia en ocasiones no disfrutan leer puesto que les cuesta más que a otros. ¿Es importante que una persona con dislexia desarrolle el hábito de lectura? ¿O es mejor que se centren en otras actividades? 

¡Claro que importa que lean! Nunca deben de privarse del proceso de conocimiento, y este en gran parte es adquirido mediante la lectura y la escritura. Se puede desarrollar desde las primeras edades de modo oral cuando los padres o abuelos les cuentan historias. También, se puede desarrollar leyendo libros de niños. En estos, las ilustraciones los animan a seguir y apropiarse de la historia. 

Aunque les cuesta la lectura, deben intentarlo. Para eso está el programa de atención, pero siempre se les debe acercar la lectura y la escritura. Un punto clave es asegurarse de que este acercamiento sea algo que el niño pueda disfrutar, por ejemplo, a través del juego, el aprendizaje cooperativo y con dinámicas de transmisión familiar. (Leer con la familia, crear historias juntos, etc.) También, es irrefutable que hoy en día las tecnologías facilitan estos procesos de aprendizaje.

Por último, ¿Cómo se puede promover el hábito de lectura en una persona que descubre su dislexia de adulto? 

Por suerte, cada vez hay menos personas con dislexia que llegan a la edad adulta sin ser diagnosticados, por lo que estos problemas suelen ser tratados en la infancia. Sin embargo, no siempre es el caso. 

Si un adulto descubre que tiene dislexia, hay varios puntos importantes a tratar. En primer lugar, que la persona sepa con seguridad lo que tiene y entienda lo que esto implica. Suele tratarse de personas que crecen con un estigma de que son tontos, de que no son hábiles, de que nunca han podido, y que nunca podrán. Esto evidentemente no es cierto. Se trata más bien de una persona a la que nunca se le ha explicado lo que verdaderamente le ocurre. 

Se puede aprender a leer de distintos modos, y esto puede aprenderse también a cualquier edad gracias a la neuroplasticidad. ¿Cómo hacerlo? Del siguiente modo:

  1. Acercarse a los especialistas de procesos de aprendizaje de la lectura: los maestros. 
  2. Persistir en el esfuerzo, puesto que implica un entrenamiento de orden neurológico para que la persona se apropie del proceso.
  3. Nunca privarse de la posibilidad de la lectura y la escritura. 

Esperamos haberte aclarado alguna duda que tuvieses sobre la dislexia. ¡Quedamos atentos a tus comentarios!

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