Productividad: La sociedad de los culpables
Productividad: La sociedad de los culpables
Hoy en día parece que una de las misiones del ser humano es ser productivo pero, ¿Qué es la productividad? ¿Por qué si no somos productivos nos sentimos inútiles, o somos inútiles para la sociedad?
Etimología de la palabra productividad
Si nos acogemos a la etimología de la palabra productividad, esto es lo que encontramos en el diccionario etimológico español: la palabra “productividad” está formada con raíces latinas y significa “cualidad de poder de llevar a cabo”. Sus componentes léxicos son: el prefijo pro- ( a favor, delante), ductus (guiado, conducido), -tivo (relación pasiva o activa), más el sufijo -dad (cualidad); por lo tanto, según su etimología y con el sentido estricto de la palabra sería ejercer acciones que nos hagan sentirnos realizados de manera activa en este caso.
La productividad como algo innegociable
En los tiempos en los que vivimos vemos a la productividad como algo casi innegociable, debemos ser productivos y sentirnos así para encajar en el mundo, por lo tanto si mientras teletrabajo puede estar poniendo una lavadora y haciendo la cena al mismo tiempo, estoy ganando. Pero realmente,¿ a que nos lleva esta productividad del siglo XXI? a crear una sociedad de culpables.
La sociedad de los culpables
La sociedad de los culpables es aquella sociedad que tiene que estar ocupada con algo siempre, no está permitido centrarse en una cosa sino que los seres humanos debemos estar a muchas, y la mayoría de veces es simplemente para llenar ese vacío “productivo” en nuestra mente. Si te has apuntado al gimnasio y has dejado de ir porque entre el trabajo, el máster y tu pareja no te da tiempo, está bien, ya que la vida no te da para más y estás a mil cosas. En la sociedad de los culpables se exime de culpa a los que dejan cosas a medias porque están con otras tantas, como me decía mi abuelo “el que mucho abarca poco aprieta”.
Una lección de un abuelo
Y me gusta nombrar a mi querido abuelo aquí ya que él me enseñó algo muy importante, el parar. En la sociedad de los culpables está mal visto el que uno se quede en casa viendo una serie, o que uno se vaya simplemente a dar un paseo sin un rumbo fijo.
Mi abuelo me enseño a que debo saborear cada cosa que hago, él era comercial de una empresa textil muy importante durante los 35 o 40 años que trabajó, cuando yo le conocí y era consciente me enseño a que debemos admirar todo lo que hacemos, está claro que a él le encantaba su trabajo, pero también disfrutaba del tiempo con su familia, y sobre todo, de su tiempo libre.
Yo ya le conocí jubilado pero siempre me decía: saborea todo, y por encima del todo los buenos momentos. Esto me enseñó a que cuando yo me tenía que sentir productivo o me culpabilizaba por estar descansando en vez de estar terminando ese trabajo de la universidad que me quedan 6 días para entregar, me puedo permitir saborear el descanso. De modo más profundo, entiendo que, y está es la verdadera enseñanza, somos seres humanos y no robots.
El descanso es necesario
Atención a esto, no hay que tomar estas palabras como pretexto para abandonar todos los quehaceres que uno tiene, como debo descansar me tomo el descanso como forma de vida, no es así, no estoy haciendo apología a que creemos una sociedad de ninis, aquellos que ni estudian ni trabajan porque no les interesa nada, pero tampoco hacen nada para que les interese algo, lo que se intenta transmitir es que como seres humanos necesitamos tiempos de descuento, necesitamos descansos, necesitamos en algunos días no hacer nada, para poder seguir siendo humanos.
Si bien es cierto que aunque parezca algo contrario, tomar descansos es importante para poder rendir mejor, es tan fácil de entender como que el corredor que entrena y toma los descansos adecuados rendirá mejor que el corredor que se ejercita todos los días para una carrera final.
La problemática de la productividad inició en el trabajo del ser humano, extendiéndose en los demás ámbitos hasta que la productividad se ha adueñado de todos los aspectos de la vida de un hombre, como bien dice el filósofo austriaco Andre Gorz en su obra la metamorfosis del trabajo “la racionalidad económica y la obligación de ser eficientes se han extendido desde el sector económico a todos los ámbitos de nuestra existencia”. (Gorz, A 1988). Por lo tanto, y como consecuencia, buscamos auto maximizar nuestro rendimiento como si de una máquina se tratase, pero como se ha dicho anteriormente, no somos máquinas.
Detenerse si el camino de la vida lo requiere
Vivimos en la sociedad de los culpables, pero no dejes que la sociedad de los culpables te gane, no hay productividad que valga si uno no se siente bien, por tanto, se como mi abuelo que, a parte de disfrutar cada momento, fue el máximo tiempo feliz por saborear cada momento y detenerse cuando el camino de la vida lo requiere.
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