Jurados de la L
También comentaba que la vía L tradicionalmente ha tenido «mala fama» y que esta vía es la que ahora se ha suprimido.
¿Por qué tienen mala prensa los jurados nombrados por la vía de licenciado en TeI (Traducción e Interpretación)?
Es casi un tema tabú y apenas se habla de ello pero como traductor jurado que soy opino que la formación en traducción jurada impartida en muchas universidades es deficitaria. La carrera de Traducción e Interpretación es de reciente creación en la mayoría de las universidades en las que se imparte (excepto Granada, Salamanca y alguna más) siendo una carrera con apenas 10 años de trayectoria.
Diría que el fallo es que muchas de las personas que impartían clase en TeI no contaban (o incluso, siguen sin contar) con una experiencia profesional suficiente y son «académicos de carrera» – personas que con 25 o 26 años ya han terminado o están cursando el doctorado y comienzan a dar clases. El problema en traducción – que es una profesión eminentemente práctica – es que sin una base sólida de conocimientos forjada con el ejercicio profesional es muy difícil impartir unos contenidos a un grupo de alumnos, muchos de ellos con experiencia en traducción. Una compañera mía de clase, traductora y con algunos años de profesión tras de sí resumía del siguiente modo la situación: ¿Y qué me va a contar a mí o a un profesional de traducción con 10 o más años de experiencia una «niñata de 25 años» [sic] sobre traducción?
Sin despreciar los conocimientos teóricos que puedan haber adquirido, la traducción es ante todo una profesión de carácter práctica – es más parecido a un oficio, artesanía, arte, habilidad, actividad gremial, llámalo X, que a una disciplina académica. Por tanto, ante el fracaso de la formación de nuevos jurados vía licenciatura, si somos honestos, tenemos que pensar en dos culpables: el profesorado y los contenidos. El profesorado no se hará autocrítica y echará balones fuera, culpando a Aneca (los malos de la película) de los problemas de la enseñanza pero hay una cosa que es evidente: si los alumnos son malos, el 50% (al menos) de la culpa es del profesorado. Cuando los profesores no tienen formación, los alumnos tampoco pueden adquirirla, por mucho que quieran aprender. Si el profesor de traducción jurada:
– No tiene un dominio nativo de la lengua – por ejemplo, es un español dando clases de traducción al inglés (cosa bastante frecuente en las universidades españolas);
– Tiene poca o ninguna experiencia profesional en traducción jurada (o incluso en traducción en general);
– No es traductor jurado; y
– Tiene poca experiencia en enseñanza porque es un doctorando o un doctor recién titulado.
El resultado es que probablemente cometa muchos errores de todo tipo y los alumnos de las primeras promociones (auténticas «cobayas de laboratorio») salgan mal formados y se vean obligados a complementar su formación con formación continua, cursos y llevándose muchas «hostias» por el camino (que es lo que nos ha pasado a los que salimos de las primeras promociones de Traducción e Interpretación).
Sin duda, ha mejorado mucho la formación en las facultades de traducción de España y seguirá mejorando en el futuro pero, en cuanto a la traducción jurada y dada la calamitosa práctica profesional de algunos licenciados nombrados jurados en las primeras promociones de TeI, se ha suprimido la vía de nombramiento por licenciatura. Esto se ha producido porque, como he comentado, la formación era escasa y deficitaria y solo una persona muy autodidacta y muy interesada en traducción jurada podría llegar a ser un traductor jurado de éxito con el poquito bagaje que aportaba la licenciatura en TeI. Por otra parte, me parece notable que muchas de las personas nombradas por la vía licenciatura no han tenido ningún interés posterior en su desarrollo profesional y no se han unido a ningún foro (el foro de intérpretes jurados, la lista Traducción en España…) y/o asociado a alguna asociación de profesionales para continuar su desarrollo profesional. En otros países como Estados Unidos, los miembros de la ATA (American Translators Association) que se certifiquen y quieran conservar la titulación tienen que completar – a lo largo de toda su carrera profesional – créditos de formación continua y de aprendizaje permanente. No vale aprobar un examen y echarse a dormir: hay que seguir formándose siempre.
La comunidad académica realizó alguna protesta contra la supresión de la vía L y también nos enviaron una encuesta para conocer la opinión de los jurados que habían accedido vía licenciatura sobre la formación impartida (¡a buenas horas, señores!).
Parecía que la comunidad académica había estado 10 años con la «cabeza metida en la arena» y sin fijarse en la cantidad de consultas que llegaban a los foros (públicos y privados) de los «jurados de la L» que no tenían la más mínima idea de cómo hacer una traducción jurada, situación que ha motivado la imagen nefasta de los «jurados de la L» tanto del colectivo profesional como de los funcionarios del ministerio.
Así, hay algún «jurado de la L» por ahí que va dando bandazos como el que lleva la L en el coche – por citar un ejemplo muy gráfico – y la poca aptitud de unos nos perjudica a todos los que accedimos por la vía de licenciado. Los jurados que llevan la marca de la L – como el conductor que lleva la L – son objeto de soplidos, resoplidos y críticas de los otros «conductores» que les ven como aprendices molestos. Unas veces merecidamente y otras veces inmerecidamente los que llevan el estigma de la L de novato se llevan algún «bocinazo» o algún improperio, ya sea en foros, en ambientes profesionales, desde el departamento de legalizaciones del ministerio… Conscientes de que han accedido por una «vía fácil» los «jurados de la L» se sienten como «gatecrashers» o personas que se han colado en la fiesta por la puerta de atrás – y esta falta de autoestima y legitimación para el ejercicio profesional (opino yo) también ha tenido una influencia en la bajada de tarifas y el deterioro de la profesión de traductor jurado (actualmente en mínimos históricos). Y esto es objeto de otra entrada sobre la bajada de precios a consecuencia del aumento de traductores jurados por la vía de licenciado en TeI.
Traductor jurado en Madrid, Leon Hunter SL. Solicita presupuesto sin compromiso aquí
- Omisiones en las traducciones juradas – 03/12/2023
- Las direcciones en las traducciones juradas – 01/12/2023
- La traducción de términos del mercado monetario – 29/01/2021
[…] Blog de Leon Hunter Traducción jurada de inglés Skip to content HomeNosotros ← Jurados de la L […]
Tienes mucha razón: creo que el asunto nos perjudica principalmente a aquellos jurados que también somos de la L, pero que aspiramos a no ser unos novatos que avergüencen al colectivo. Evidentemente, sacarse por créditos un título como el de intérprete jurado es una experiencia bastante diferente de la de pasar una suerte de examen de oposición (debería haber sido diferente, no mejor ni peor), pero eso no quita para que los que siempre hemos tenido interés y tuvimos la suerte de contar con profesores excepcionales (que, oye, yo puedo decir que el mío lo fue), y que por supuesto, pretendemos ejercer con seriedad, no podamos ser unos traductores jurados dignísimos, por mucho que la L para muchos sea sinónimo de mala praxis.
Espero que no se me haya interpretado mal:
Yo soy «jurado de la L» y me quejo de la falta de formación que tuve y que me he tenido que «buscar las castañas» para llegar hasta aquí. Nadie me ha ayudado y la formación de la facultad es criticable porque realmente no enseña nada de práctica profesional…
Que luego vengan los de Granada y digan: «sí, pero mi formación en jurada sí fue muy buena…» Estoy de acuerdo, seguramente lo fue. Pero GRANADA ES LA EXCEPCIÓN, Y NO LA REGLA, CHICOS, A VER CUÁNDO OS ENTERÁIS.
Otra cosa que iba a comentar (porque no lo he dicho en la entrada). La mala fama no la he creado yo… La llevo percibiendo desde que me di de alta en el registro de intérpretes jurados y sabiendo que:
– Hay agencias que me han dicho que miran la lista y no trabajan con jurados que tengan la L o, en todo caso, les piden prueba de traducción porque no se fían.
– Hay funcionarios que han mirado qué cualificación tenía y han emitido algún «ja» o resoplido o similar al ver la L. La fama existe y será por algo.
– He dado (yo mismo) muchos bandazos hasta llegar hasta aquí: si acaso he tenido mucha suerte de tener siete vidas (como el gato) y de dar a parar con jurados que me han ayudado en mi trayectoria. Con Asetrad, con la Asociación de Josep Peñarroja, con la lista de Pedro Hernando, con Traducción en España, con el «Gascón Jurado», con Mario León, y con otras tantas personas que me han ayudado – directa o indirectamente – a consolidarme en el ejercicio profesional de la traducción jurada. A todos ellos diría que sí les debo algo pero no a la facultad.
Yo no soy de la Universidad de Granada, añado.
A pesar de todo, es cierto que las universidades en las que se recibía una formación buena en traducción jurada seguramente se pueden contar con los dedos de una mano.
Y aunque es verdad que mi formación sí fue buena, yo creo que lo esencial de la mala fama de la L es que la gente la consigue sin «dejarse los cuernos» por ella, por así decirlo. A pesar de haber tenido la suerte de tener muy buena formación, me consta que tengo compañeros de promoción que no sentían ni el más mínimo interés por la traducción jurada (ni por la traducción en general) y que cuando aprobaron la asignatura de turno, hicieron el papeleo para el título de jurados un poco «porque sí», no porque verdaderamente tuvieran la intención de ejercer. Vamos, que se puede culpar en parte al profesorado, pero no es la única razón.
La verdad, no estoy nada de acuerdo con tu entrada. Yo soy «jurado de la L» y he tenido una profesora magnífica, quizás algo dinosaurio con las tecnologías, pero en lo que ha jurada se refiere, para mí era la mejor. Tenía formación en Derecho y en Filología Francesa, había ejercido como abogada y como traductora jurado, por lo que tenía experiencia y saber hacer, además de ser una gran docente y una apasionada de la lengua.
Sí, quizás los «jurados de la L» no seamos lo más de lo más, pero el examen de IJ, como bien dice Olli es lo más absurdo que te pueden echar en la cara. Me he presentado ya dos veces, al examen de ruso, y los textos «generales», como los llaman ellos, son … no sé, no tengo ni palabras para describirlos. Las dos veces que me he presentado, han puesto textos literarios o sobre literatura, y a mi parecer no son los adecuados para un examen de IJ.
Las agencias dirán lo que quieran, pero en lugar de mirar en la lista si la persona en cuestión tienen una L o una E al lado, deberían interesarse por la formación de cada uno y elegir al mejor profesional, que en un examen, como el de IJ, no puedes demostrar tu valía.
Si estas interesado en ver los examenes del Maec les puedes mandar un mail y te los envías, así te haces una idea.
Saludos.
Me gustaría en primer lugar añadir que la encuesta que se pasó sobre la satisfacción de la formación de los traductores jurados por licenciatura no estuvo motivada por la eliminación de esta vía de acceso, estaba planificada mucho antes de eso.
Creo que es un error criticar sin proponer. Estoy muy de acuerdo en que la formación recibida no siempre ha sido la mejor, que en muchas cosas es mejorable, pero si usted se dedica a esto, no se las dé de que ha sido todo gracias a usted, porque me parece que para tener éxito en un campo, hay que tener aptitudes personales, sin duda, pero también una formación adecuada; me parece que pecaríamos de soberbia si creemos que vivimos de esto pese a la «mala» formación recibida. La universidad ni puede ni debe enseñar todo, más aun como dice, porque esto de la traducción es más un oficio o artesanía, que sin práctica no es nada, pero necesitamos que nos digan cómo tejer, para que cada uno podamos desarrollar nuestra técnica.
Y tampoco reside todo en la edad de los profesores, que todos hemos tenido profesores con mucha experiencia profesional y docente que no nos han enseñado nada y «niñatos» y «niñatas» como usted dice que se han dejado la vida en intentar que aprendiéramos y trabajáramos, poniendo tesón y dedicación y que recordamos años después como pilares de nuestra formación.
Por tanto, y totalmente de acuerdo con Olli, está claro que la vía de acceso de la licenciatura no es la más idónea, pero tampoco lo es la del examen. Sin embargo, lavarnos las manos y echarle las culpas a otros no ayuda en absoluto, es más, no sé ni siquiera si necesitamos esa ayuda. Es cierto que hay traductores jurados de saldo y mercadillo, pero esa gente no nos quita el trabajo ni la reputación, porque pueden quitárnoslo una vez, pero en cuanto el cliente vea el resultado, esa será la última traducción que les realicen. Así que vamos mejor a dejar de patalear y vamos a buscar soluciones reales si es que de verdad necesitamos alguna.
Que conste que lo de «niñatos» lo dijo una compañera mía (como cuento en el blog) y no yo 🙂
Ser «jurado de la L» no implica automáticamente ser novato. Puedes ser jurado por la vía de la licenciatura y tener más años de experiencia que muchos jurados que han accedido al nombramiento a través del examen.
Por otro lado, lo único que diferencia una traducción jurada de una no jurada es que la primera lleva una certificación, un sello y una firma. Punto pelota. Para eso no hace falta una formación específica más allá de que te enseñen dónde poner la certificación, cómo describir los sellos y demás elementos no textuales, cómo presentar la traducción jurada y poco más. En lo que sí hace falta formación es en la materia sobre la que versan los textos que se traducen, y a este respecto ni la licenciatura ni el examen de traductor-intérprete jurado garantizan al 100% que el TIJ tenga realmente la formación necesaria para ejercer su profesión con todas las garantías. Puede que el contenido de la carrera de TeI sea deficitario, pero el contenido del examen de TIJ también lo es (además de peregrino y no representativo de lo que realmente se traduce). Y aprovecho para recordar que traducción jurada no es igual a traducción jurídica. En mi caso, por ejemplo, casi todas las juradas que hago son de textos financieros. Hace unos años, incluso, hice una traducción jurada de una patente (o sea, un texto técnico).
Un saludo,
Isabel
Hola Leon,
Un tema interesante y como bien apunta Olli no existe una regla fija en todo esto. Incluso los de la C y que han superado la prueba del MAEC se deben de andar con cuidado ya que les falta en ocasiones la formación adecuada. Escribí una entrada acerca de este tema a finales del 2009 así que marchando mi granito de arena: http://www.elgasconjurado.com/2009/11/04/interpretes-jurados-de-examen-vs-de-licenciatura/.
¡Un saludo desde Zaragoza!
Fernando
[…] la entrada anterior se comentaba la creación de una vía para el nombramiento de traductores jurados – la vía […]
Para elegir un traductor intérprete jurado, ¿cual sería mejor el que tenga la C-Convocatoria/examen o la R- reconocimiento de título extranjero? Estoy mirando la lista de traductores jurados del ministerio para implorar mi título de bachillerato y el universitario y no se cual elegí, cuál es la diferencia entre los que tienen la C o la R. Un cordial saludo!
Hay una errata en el comentario de arriba: quería escribir – para omologar el título no para implorar- lo siento.
Hola, «E» significa examen, «C» carrera y «R» reconocimiento de créditos extranjeros. ¡Espero te sirva!