La polisemia o cómo las palabras adquieren nuevos significados
La polisemia es esa propiedad de las palabras mediante la cual un mismo significante —por ejemplo, la palabra boca— puede tener diferentes significados. Lo realmente interesante de este fenómeno, como se verá en las próximas líneas, es ver cómo una misma palabra va adquiriendo o cambiado significados.
Aspectos generales de la polisemia
El lingüista John Lyons menciona dos características fundamentales de la polisemia, a saber: la identidad lexemática y la multiplicidad de significados (1997, p. 85). Estos significados no se encuentran aislados los unos de los otros, sino que están relacionados entre sí. Con identidad lexemática se hace alusión al hecho de que la polisemia opera en lexemas únicos, es decir, que se centra en los diferentes significados que pueda tener una palabra. Además, la polisemia puede ser de dos tipos: lineal y no lineal.
Las relaciones de significado en la polisemia estriban en la inclusión o no de un significado dentro de otro. Si existe tal inclusión —i.e., un significado general que englobe a otro particular— hablamos de polisemia lineal. De lo contrario, la relación sería no lineal, y su extensión de significado dependería de los procesos metafóricos y metonímicos. Según Lyons (1997), «uno de los principales factores operativos del cambio semántico es la extensión metafórica, como cuando pie ‘parte final de la pierna’ se extendió a la ‘parte más baja de una montaña’» (p. 86). Es conveniente recurrir a los siguientes ejemplos para entender de manera más clara ambos tipos de polisemia:
(1) a. ¡Con sus ojitos de avellanas, que por el día se recogen y por la noche se derraman! (Rafael Alberti, El adefesio, 1976, CREA).
(1) b. El viento suave de la z que un día roló a brusco (Álex Grijelmo, La seducción de las palabras, 2001, CREA).
La comparación entre ambos enunciados nos permite conocer las relaciones de significado existentes entre día ‘período de tiempo comprendido entre el amanecer y el ocaso’ y día ‘período de 24 horas’. En (1a) conviene señalar la presencia del término noche, pues este permite conocer cuál es el significado léxico del término día. El significado léxico del sustantivo noche que se infiere del enunciado es el de ‘parte del día comprendida entre la puesta del sol y el amanecer’, que a su vez se contrapone al primer significado de día que señalamos líneas atrás. Por consiguiente, en (1a) y (1b) se puede observar la relación de inclusión existente entre los significados de día.
Otra interpretación posible de este ejemplo es que se trate de una relación parte/todo, de tal forma que el término día, con el significado de ‘período de tiempo comprendido entre el amanecer y el ocaso’, sea la parte con la que nos referimos al todo —en este caso, al día como ‘período de 24 horas’—. Escandell Vidal (2007, p. 47) asegura que este tipo de relaciones —esto es, las relaciones «pars pro toto» y «totum pro parte» de la sinécdoque— son propias de la polisemia lineal. De este modo, la polisemia no lineal se definiría por las relaciones donde no hay tal inclusión, como en los siguientes ejemplos:
(2) a. Una cortina de manta de color crudo pendía de una caña de bambú (Carlos Rubio, Los Ángeles-Sur, 2001, CORPES)
(2) b. Sale con amigas a tomar una caña. (Lola Beccaria, La luna en Jorge, 2001, CORPES)
Ambos enunciados permiten una explicación de las relaciones de no inclusión. En (2a) nos encontramos con el significado de ‘tallo de las plantas gramíneas’ —en este caso concreto en alusión a la planta del bambú— mientras que en (2b), por el contrario, caña significa ‘vaso de forma cilíndrica’. Parece haber en ambos significados una relación metafórica en tanto en cuanto se proyectan las cualidades de un dominio a otro, o dicho de otro modo: se establece una relación se semejanza entre ambas entidades. En este caso, la relación de semejanza estriba en lo cilíndrico y lo alargado de ambos conceptos. Ahora bien, también cabe mencionar la relación metonímica existente en el significado de caña en (2b). En realidad, se está tomando el continente por el contenido, puesto que se entiende que lo que se toma no es el vaso, sino el líquido contenido en este. De hecho, una de las definiciones recogidas en el Diccionario de la lengua española (2014) es el de ‘líquido contenido en una caña’. Por tanto, el término caña encierra dos tipos de relaciones: metafóricas — basadas en la semejanza entre las cualidades de dos conceptos— y metonímicas —entendidas, en este caso, como la relación entre el continente y su contenido—.
Causas de la polisemia
Habiendo esbozado los dos tipos de polisemia, es preciso señalar cuáles son las principales causas que propician la multiplicidad de significados de una palabra. Para ello, diferentes autores han convenido en señalar las diferentes causas que generan la polisemia. Ullman (1967; apud Otaola Olano, 2004, p. 357) asegura que la polisemia se fundamenta en los siguientes procedimientos, a saber: los cambios de aplicación de las palabras, la especialización de un medio social, el lenguaje figurado y la influencia extranjera o préstamo semántico. Los tres primeros procedimientos corresponden a lo que Gutiérrez Ordóñez (1992, p. 127) denomina «divergencia semántica». Este es el resultado de aplicar las palabras para designar nuevas realidades —hecho que puede conducir a la especialización de esa palabra en un determinado ámbito— o para utilizarlas de forma figurada mediante procesos de metáfora o metonimia. También influyen los préstamos de otras lenguas:
A los sentidos originarios de barata, china, loco…, se unen los americanismos barata (‘cucaracha’, Mex.), carpa (‘toldo, tienda de campaña’), china (‘india, niñera, concubina’, Chile, Ecuador, Colombia), loco (‘sombrero de fieltro de ala ancha’, Colombia, Perú) (ibid).
Algunos ejemplos actuales
Un ejemplo actual de polisemia causada por calco semántico lo encontramos en la palabra bizarro. Según Corominas y Pascual (1984, pp. 595-596), su origen está en la voz italiana bizzarro ‘iracundo, furioso’, ‘fogoso’, derivado de bizza ‘ira instantánea, rabieta’. En español, según estos autores, se ha utilizado con el sentido de ‘hermoso’, ‘generoso’ o ‘cortés’. De estos significados procede la asociación de lo bizarro con el significado de ‘valiente’, acepción que recoge el Diccionario de la lengua española (DLE). Sin embargo, hoy en día este adjetivo es utilizado como sinónimo de raro o extraño. Según Corominas y Pascual (ibid.), «desde esta acepción [la de ‘ira instantánea’ del término bizza] se llegó por otra parte al significado más común en el día de hoy, ‘extraño, fantástico, caprichoso, desusado’, con el cual pasó al fr. bizarre, ya en 1533, es decir antes que en España».
Como se puede observar, los préstamos provocan cambios en el significado de las palabras, generalmente debido a la semejanza de lexemas entre el extranjerismo y el término de la lengua a la que se incorpora. Ejemplos como aplicar —con el significado de ‘solicitar’, por influencia del verbo inglés to apply—, pretender con el significado de ‘fingir’ —por influencia del ingl. to pretend — o tableta —por influencia del ing. tablet— son algunos ejemplos que muestran la influencia de los préstamos en el significado de las palabras. Es conveniente señalar que los ejemplos de tableta y aplicar hacen que palabras ya existentes no solo amplíen su significado, sino que, además, se especialicen en un ámbito. Verbigracia, tableta puede significar ‘pieza plana de chocolate’, ‘pastilla’ o, desde hace unos años, ‘dispositivo electrónico’, como se puede ver en estos ejemplos:
(3) a. Ciberliteratura, más allá del ‘ebook’, la tableta o las redes sociales (El País, 1/2/2018).
(3) b. La DGT gasta más de 8 millones en tabletas para la Guardia Civil… y no funcionan (Vozpópuli, 20/2/2018).
En suma, como se ha podido ver, las palabras van adquiriendo diferentes significados en función del uso que los propios hablantes les conferimos. En muchas ocasiones, el uso metafórico —como el ejemplo de la palabra pie— y el metonímico —como en la palabra caña— propician la adquisición de nuevos significados. También, por supuesto, las palabras pueden cambiar sus significados —o adquirir otros nuevos— cuando incorporamos préstamos a nuestro caudal léxico.
Referencias bibliográficas:
Corominas, J. y Pascual, José A. (1984). Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico. Madrid: Gredos.
Gutiérrez Ordóñez, S. (1992). Introducción a la semántica funcional. Madrid: Síntesis.
Gutiérrez Ordóñez, S. (2002). De pragmática y semántica. Madrid: Arco/Libros.
Escandell vidal, M. V. (2007). Apuntes de semántica léxica. Madrid: UNED.
Lyons, J. (1997). Semántica lingüística. Una introducción. Barcelona: Paidós.
Otaola Olano, C. (2004). Lexicología y semántica léxica. Madrid: Ediciones Académicas.
Real Academia Española: Banco de datos (CREA) [en línea]. Corpus de referencia del español actual. <http://www.rae.es>.
Real Academia Española (2014). Diccionario de la lengua española. Madrid: Espasa.
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