Los errores del traductor de Google y sus consecuencias
Muchos de nosotros hemos usado alguna vez el traductor de Google. No hay motivo para negarlo, ni tampoco deberíamos avergonzarnos. Lo hemos hecho normalmente para conocer el tema o la letra del texto o la canción que nos emociona. Seguramente un porcentaje muy alto de usuarios de Internet han usado a menudo esta herramienta. Sin embargo, muchos también nos hemos percatado de sus múltiples errores de traducción.
En este artículo vamos a exponer muchos de esos errores que la conocida herramienta de Google comete. Vamos a demostrar también porque esos fallos la hacen poco recomendable para utilizarla en un trabajo profesional.
Cuando el demonio se esconde en el algoritmo
El principal de esos errores de traducción se encuentra en el propio método con el que el traductor de Google realiza las conversiones. El algoritmo que emplea esta herramienta no está basado en un vademécum lingüístico como hubiera sido deseable. Se utiliza, por decirlo de algún modo, una “lista plancha” conceptual en el que los términos de cada idioma son traducidos con su significado más habitual. El problema de esto es que se pierden los matices para ofrecer una solución automática que no siempre resulta correcta.
La estadística no suple ni ayuda a corregir las miles de variantes lingüísticas que posee cada idioma. Tampoco arregla nada el presentar un significado estándar para cada término, en cualquier tipo de enunciado, porque se pierden diferencias gramaticales tan importantes como el género o el número. Por no hablar del orden gramatical, que en ocasiones también se pierde en la traducción automática.
¿Cuántas veces al usar la herramienta, nos habremos encontrado con ese problema? Por ejemplo, al querer traducir al inglés una acción en la que estuviera implicado un personaje femenino, nos encontramos con una traducción para uno masculino. Y viceversa.
Otro de los errores de traducción más frecuentes es el de los tratamientos de cortesía. Es habitual encontrarse con la fórmula “usted” en vez del coloquial “tú” o de repente encontrarse con un singular cuando empleamos el plural. Pero todos estos errores no dejan de ser consecuencia de utilizar la traducción en términos más estadísticos y económicos que lingüísticos. Y la de usar un sistema automático que tiende a buscar soluciones habituales y “académicas” en vez de matices particulares.
El inglés como intermediario entre la lengua de origen y la de objetivo.
Todas estas incorrecciones que hemos tratado pueden observarse a primera vista. Basta tener unas pocas nociones del idioma objetivo para detectarlas. Así es, cualquier estudiante de inglés o francés se percata de ellas de un simple vistazo. Parece que este problema es mucho más grave con las lenguas minoritarias o exóticas. El porcentaje de error en esos casos sobrepasa en ocasiones el 50%, como por ejemplo el hindú o el chino.
Personalmente me ocurrió una anécdota a la hora de usar el traductor de Google para traducir un saludo al tailandés. Uno de mis contactos trabaja en Bangkok y yo decidí un día saludarle en ese idioma. Fue mala idea. Por lo visto lo que Translator interpretó no tenía sentido en ese idioma, en ese contexto. Evidentemente, no volví a hacerlo.
Chascarrillos aparte, el origen de ese error de traducción parece estar en el inglés. Por lo visto, y según se puede leer en un artículo de eldiario.es de 2014, el motor de Google usa al idioma anglosajón como intermediario. Esto provoca que cualquier traducción antes de presentar una solución, lo filtra por el inglés, causando así una solución intermedia que no satisface al usuario. En ocasiones incluso produce resultados extraños o palabras “mixtas” que no tienen significado alguno en ninguna de las lenguas modelo.
Más fiable utilizado sobre palabras o frases cortas que en textos largos
Otra de las causas que hacen a el traductor de Google una herramienta poco fiable es que funciona mejor con textos cortos. Se puede comprobar fácilmente tomando una letra de una canción en inglés. Si la colgamos entera en el traductor podemos obtener un resultado perfectamente absurdo. Quizás ese es el mejor método para detectar a simple vista sus errores de traducción. Sin embargo, con enunciados cortos, sin ser perfecto, da un resultado más creíble. Quizá el motivo de esto se encuentre en que el motor de la aplicación esté más diseñado para resolver palabras o frases cortas que párrafos o textos más elaborados.
Diagnóstico: No usar en un trabajo profesional
El traductor de Google no es una herramienta útil para la traducción profesional. Todos los motivos expuestos a lo largo del artículo lo relegan al espacio de mero pasatiempo. Podemos, sí, pasar ratos entretenidos buscando y recreándonos en sus errores. Pero jamás debemos cruzar la frontera de emplearlo en alguno de nuestros trabajos.
Sin embargo, en muchas ocasiones hemos leído textos traducidos que eran claramente “víctimas del traductor de Google” Si prestáramos atención a la carpeta de “spam” de nuestros correos electrónicos encontraríamos cientos de ellos. También podemos encontrarlo en ocasiones en las redes sociales. Facebook, si no el traductor de Google, emplea un sistema muy parecido para traducir textos que no pertenecen al idioma del usuario.
Necesitamos un traductor que nos “salve” del traductor de Google
Un cliente jamás nos perdonaría que realizáramos una traducción usando este sistema. Se sentiría estafado, por lo que, además de perderle inmediatamente, podríamos llegar a tener algún problema legal con él. Pero esa no es la razón más poderosa para desistir de su empleo. Trabajando con el traductor de Google sólo demostramos nuestra incompetencia. Además de probar tener muy pocos recursos profesionales, también demostramos muy poco interés y respeto por aquellos que ayudan a mantener nuestras cuentas corrientes en positivo, al final de mes. En un campo profesional tan competitivo y exigente, no podemos permitirnos esos fallos. El área de las Humanidades exige mucho, cada día. Por eso debemos cuidarnos muy mucho de herir el orgullo de nuestros clientes. Al presentarle una traducción mediante la herramienta de Google es muy posible que se sienta insultado.
Para evitar eso, y al mismo tiempo para dotar a nuestros trabajos de un aspecto óptimo, es mejor recurrir a un traductor profesional. Esta figura libera a los textos de los múltiples errores de traducción de los que hemos hablado. Además, les dota de una calidad que les hace accesibles no sólo a nuestro cliente, sino también a muchos otros.
Por eso un traductor puede ayudarnos mucho también a configurar nuestros textos para una página web. Esto es útil sobre todo a aquellos que disponen un negocio con perspectiva internacional. Pero ese es un tema que trataremos en otro artículo.
- Idiomas y traducción (II): Los hijos del Indoeuropeo – 24/10/2016
- Idiomas y traducción (I): Cuestiones previas y un poco de historia – 17/10/2016
- Traducción: ¿Existen palabras intraducibles? – 10/10/2016