¿Existe el bilingüismo absoluto?
Hoy en día, comunicarse en dos o más lenguas es casi un imperativo de la sociedad en la que vivimos. De este modo, hay personas que son capaces de hablar dos, tres o más lenguas casi sin problemas, un hecho que permite ser más permeable a todo lo que ocurre en un mundo globalizado como es el actual. Esas personas, según el grado de conocimiento que tengan en varias lenguas, podrán considerarse como bilingües, trilingües o multilingües. Ahora bien, ¿en qué punto se puede decir que una persona «habla» varias lenguas?
Definición
Según la definición que nos ofrece el Diccionario de la lengua española, el bilingüismo es el ‘uso habitual de dos lenguas en una misma región o por una misma persona’. Así pues, podemos decir que Galicia es una comunidad bilingüe y, al mismo tiempo, que alguien lo es si habla con frecuencia en varias lenguas.
Esta definición puede resultar escueta, por cuanto no se hace referencia a qué se entiende por uso habitual ni se alude al grado de conocimiento que se ha de tener en ambas lenguas. En la definición de bilingüe, por ejemplo, la primera acepción es la siguiente: ‘Que habla dos lenguas’. En el Merriam-Webster dictionary, sin embargo, se ofrece una definición en la que sí se remarca la idea del mismo grado de conocimiento en ambas lenguas:
bilingual
‘1. having or expressed in two languages’.
‘2. using or able to use two languages especially with equal fluency’.
Si tenemos en cuenta que el verbo hablar es, en su significado más llano, ‘emitir palabras’, entonces debemos pensar que hay muchas personas bilingües de las que podríamos imaginar en un principio. Esta visión sería, por tanto, la más relativista y tendría en cuenta únicamente el uso habitual y la capacidad de hablar en más de una lengua.
Conocimiento mínimo de otra lengua
En esta línea, el lingüista John Macnamara (1967) sostiene que una persona puede ser considerada como bilingüe si domina, aunque sea en un grado mínimo, una de las cuatro habilidades lingüísticas básicas en una lengua que no sea la materna. Esas habilidades son, a grandes rasgos, hablar, escribir, escuchar y leer.
No obstante, esta visión tan laxa acerca del bilingüismo no la sostienen todos los lingüistas, puesto que, siguiendo tal criterio, bilingües serían tanto las personas que tienen un dominio mínimo de una segunda lengua como aquellas que tienen un dominio nativo de dos lenguas.
Conocimiento fluido o nativo
Esta cuestión de grados resulta fundamental; por este motivo, Leonard Bloomfield (1933) definió el bilingüismo como «el dominio nativo de dos lenguas». Y, en esa misma línea, David Crystal (1987) asegura que las personas que pueden ser consideradas como tal son realmente una excepción: «People who have ‘perfect’ fluency in two language do exist, but they are the exception, not the rule». Otros autores, como Hagège (2005), establecen el bilingüismo en la ausencia de interferencias y contaminaciones lingüísticas entre las dos lenguas, para lo que se necesita un dominio suficiente de ambas.
Bilingüismo compuesto y coordinado
En esta misma línea también se enmarcan las nociones de monolingüe, diglósico, bilingüe compuesto y bilingüe coordinado (Feldman, 1977). Para este autor, tan solo habría que tener en cuenta la edad de adquisición de la(s) lengua(s) a la hora de hablar de definir a alguien como bilingüe.
Así pues, según esta teoría, las personas bilingües compuestas son aquellas personas que han adquirido la segunda lengua después de haber adquirido su lengua materna, un hecho que se manifiesta en que la codificación semántica —la forma en que interpreta el mundo a través de las palabras— refleja la cultura dominante durante su infancia.
Los bilingües coordinados se diferencian de estos en que han adquirido ambas lenguas en su infancia —antes de los ocho años— y son capaces de expresarse de forma nativa en ambas sin que haya interferencias lingüísticas. Esto implica, por tanto, que el hablante se haya educado en un contexto en el que no haya una cultura predominante sobre otra como ocurre, por ejemplo, en zonas bilingües en las que se estudia un idioma en la escuela y se habla otro en casa.
Bilingüismo y biculturalismo
Ambas posturas parecen moverse en dos extremos en tanto en cuanto se alude, por una parte, al grado de competencia mínimo y, por otra, a la competencia nativa. Como puede observarse, en ambos casos se está haciendo referencia a la competencia lingüística y no a otros factores. Por ejemplo, cabe hablar de la noción de biculturalismo a la que alude Grosjean (1982); según este autor, hay que considerar el bilingüismo en relación con los contextos culturales en que se desarrolle.
De este modo, hay un bilingüismo bicultural, que tiene lugar cuando un hablante se siente identificado con las culturas de ambas lenguas —lo que implica, por tanto, haber vivido y estado en contacto con las dos culturas—, y un bilingüismo monocultural, que tiene lugar cuando la identidad cultural tiene lugar únicamente en una de las dos lenguas.
En resumen, ¿hay hablantes plenamente bilingües?
Responder a esta pregunta no es una cuestión sencilla, puesto que, como se ha tratado de esbozar en estas líneas, la noción de bilingüismo ha sido interpretada desde diferentes puntos de vista —sociolingüísticos, culturales, cognitivos, etc.— y se pueden ofrecer distintas respuestas en función de la teoría a la que nos acojamos. Todo dependerá, por tanto, de la importancia que le concedamos a conceptos como uso, adquisición y fluidez.
Referencias bibliográficas:
Crystal, D. (1987). The Cambridge Encyclopedia of Language. Cambridge: Cambridge University.
Feldman, D. (1977). Apuntes sobre el Bilingüismo. En Boletín AEPE, 17, pp. 31-38.
Grosjean, F. (2012). Le bilinguisme: une double identité linguistique que la société devrait
accepter. En Le Huffington Post [En línea]. Disponible en: http://www.huffingtonpost.fr/francois-grosjean/le-bilinguisme-ce-grandinconnu_b_1532926.html.
Hagège, C. (2005). L’Enfant aux deux langues. Paris: Odile Jacob.
Macnamara, J. (1967). The linguistic independence of bilinguals. Journal of Verbal Learning and Verbal Behavior, 6, pp. 729-736.
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Muy buen artículo.
A mi juicio, para que se dieran casos de «bilingüismo pleno» en el seno de una comunidad de hablantes, habría que proceder también a una evaluación exhaustiva, ya no solo de matices tan relevantes como el uso, la adquisición y la fluidez, sino también con lo que respecta a las competencias lingüísticas del bilingüe en ámbitos concretos o a su capacidad de adaptación a un registro determinado. Así, al identificar las carencias del hablante, al expresarse en su L2 con respecto a la L1 en las distintas situaciones comunicativas, se podría dilucidar de qué nivel de bilingüismo estamos hablando. En cualquier caso, creo, como bien dice el artículo, que estamos ante un fenómeno bastante complejo. En mi caso, mi lengua materna es el valenciano y el español, mi L2; no obstante, por circunstancias académicas, ahora mismo diría que mi nivel de español, tanto en el escrito como en el oral, es más elevado que en mi lengua materna. Esto ocurre, sin duda, porque práctico el español a diario, mientras que el valenciano lo utilizo solo cuando hablo con mi familia y amigos de Valencia. Dicho lo cual, creo que deberíamos tener en cuenta también la frecuencia con la que utilizamos una lengua a la hora de sacar conclusiones o comparar el nivel entre una lengua u otra. Digamos que el bilingüismo en muchos casos muestra cierta «inestabilidad», porque las circunstancias comunicativas del hablante bilingüe son las que determinan un grado de bilingüismo u otro.
Hablar de «bilingüismo absoluto» en términos absolutos me parece bastante intrépido.
Un saludo,