Extranjerismos: Sobre «guisquis» y «yintónics»
Cualquier aparición de extranjerismos en una lengua supone una alteración en la lengua de origen, ya sea por su fonética o por su ortografía. De esto ya hemos hablado en otras entradas de este blog, sobre todo en referencia a los anglicismos innecesarios que usamos y escuchamos tan a menudo. Las lenguas tienen diferentes mecanismos para incorporar los extranjerismos —tanto gráfica como fonéticamente— a su propio caudal léxico.
Principalmente, hay dos formas de hacerlo: por un lado, manteniendo la pronunciación y la grafía de origen (como en software, casting, hacker o playback); por otro lado, adaptando los términos extranjeros a la grafía propia de nuestra lengua, como ocurre en fútbol, béisbol, friki o hámster. En este grupo se encuentran los términos que encabezan este artículo: güisqui y yintónic. Ahora bien, ¿qué criterios se siguen a la hora de adaptar o no un término extranjero?
Extranjerismos crudos
Lo primero que cabe mencionar es que no todas las palabras tienen la misma acogida. Pensemos, por ejemplo, en la palabra software. Un término equivalente en nuestra lengua podría ser soporte (lógico), aunque esta opción no parece haber triunfado entre los hispanohablantes. Si atendemos a las definiciones del Diccionario de la lengua española, advertiremos que los términos software y soporte lógico son equivalentes:
Software: ‘1. m. Inform. Conjunto de programas, instrucciones y reglas informáticas para ejecutar ciertas tareas en una computadora’.
Soporte lógico: ‘1. m. Inform. Conjunto de programas, instrucciones y reglas informáticas para ejecutar ciertas tareas en una computadora’.
Sin embargo, es muy poco frecuente escuchar el término en español. Decimos Tengo que actualizar el software porque ya no puedo ver vídeos en streaming antes que Tengo que actualizar el soporte lógico porque ya no puedo ver vídeos en directo.
Otro caso diferente son aquellas voces extranjeras que, aun existiendo alternativas en castellano, se usan de manera frecuente en nuestra lengua: abstract en lugar de resumen; paper en lugar de artículo o ensayo; password en lugar de contraseña o el mencionado streaming en vez de en directo o en continuo. Este grupo de extranjerismos forman parte de los denominados extranjerismos crudos porque conservan su grafía y pronunciación como en su lengua de origen.
Voces con grafía adaptada
El otro grupo de extranjerismos lo constituyen aquellas voces cuya grafía o fonética está adaptada al español. Hoy en día, por ejemplo, términos como fútbol, máster, escáner, esmoquin o estrés están plenamente asentados en nuestra lengua, y los hispanohablantes nos hemos familiarizado tanto con estos términos que apenas recordamos de dónde vienen (de football, master, scanner, smoking y stress, respectivamente).
Sin embargo, hay otras grafías que, al adaptarse a nuestra lengua, nos resultan raras. Y las descartamos casi por completo. Esto es lo que ocurre con las adaptaciones al español de whisky y gin and tonic.
Desde el año 1992, la forma güisqui forma parte del diccionario académico. Dicha forma, además, equivale tanto al whisky como al whiskey, y ambas voces no remiten exactamente a la misma bebida; el whisky es de origen escocés, mientras que el whiskey es irlandés —y así se denomina también en EE. UU.—; la diferencia, más allá de cuestiones ortográficas, también redunda en su composición.
Sobre la incorporación de la forma adaptada güisqui es preciso recordar que no responde a un deseo particular de la Academia, sino que su uso está documentado mucho antes de que se incorporara al diccionario. Estos son algunos ejemplos:
Un argentino alto, moreno, huesudo y cincuentón que trabajaba entre güisqui y güisqui para una agencia de noticias falsas con pedigrí castrista […] (Sánchez Dragó, El camino del corazón, 1990).
Haciéndome reverencias, colocándome bien un cojín en el sofá, precipitándote silenciosamente a traerme un cenicero, poniéndome un güisqui después de cenar […] (Manuel Hidalgo, Azucena, que juega al tenis, 1988).
Algo parecido ocurre con la voz yintónic como adaptación gráfica de una bebida alcohólica de procedencia anglosajona. Aunque, a diferencia de güisqui, esta no aparece en el DLE, ni tampoco existen registros documentados que prueben que se trata de una forma asentada en el uso de la lengua (algo que sí ocurre con güisqui, aunque nos pueda sorprender). A pesar de ello, la Real Academia recomienda lo siguiente:
#RAEconsultas La adaptación gráfica plena al español del inglés «gin (and) tonic» da como resultado la grafía «yintónic», pl. «yintónics».
— RAE (@RAEinforma) 28 de agosto de 2017
Mismo criterio pero distinta acogida
También llamó la atención la incorporación al DLE de la voz bluyín ‘pantalón vaquero’, una adaptación gráfica del inglés blue jeans. Al contrario de lo que sucede con yintónic, la forma bluyín sí estaba documentada en textos de América antes de que se incluyera en el DLE:
La textura áspera del bluyín era terreno de lija para sus yemas tarántulas encaramándose por el largo fémur endurecido por el tibio tacto (Pedro Lamebel, Tengo miedo torero, 2001).
Estas adaptaciones gráficas plenas, como vemos, no siempre tienen buena acogida. Los casos de güisqui y bluyín, como vemos, gozan de cierto uso (razón por la que tienen su lugar en el diccionario). En este grupo de extranjerismos adaptados presentes en el Diccionario habría que incluir formas como táper (del inglés Tupperware), selfi (del inglés selfie), tuit (del inglés tuit) o reguetón (del inglés reggaeton).
Sin embargo, en otros casos las propuestas de la Academia caen en saco roto. Podemos pensar no solo en yintónic, sino en otras voces como disyóquey (adaptación de disc jockey que aparece en el Diccionario panhispánico de dudas), jáquer (de hacker), parquin (de parking) o yacusi (de jacuzzi), por citar tan solo algunos ejemplos.
Como conclusión cabría señalar que, en la mayoría de casos, no se pueden establecer criterios universales mediante los cuales se pueda predecir si una forma adaptada gráficamente va a tener acogida o no entre los hablantes. Los casos de güisqui o yintónic —a pesar de que el primero de ellos esté documentado e incorporado al Diccionario— no han tenido una gran aceptación entre los hablantes, que prefieren las formas originales. Sin embargo, voces como fútbol, champán o cruasán, que han seguido el mismo proceso de adaptación a nuestra lengua, sí tienen vigencia entre los hablantes. Por ello, quizá solo sea cuestión de tiempo el nos hagamos selfis mientras tomamos yintónics.
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