Idiomas y traducción (I): Cuestiones previas y un poco de historia
El motivo de esta serie es plenamente didáctico. Consideramos que todo buen traductor debe tener un conocimiento amplio del idioma sobre el que trabaja. Por eso hemos creído oportuno tratar esos temas en nuestro blog. Esperamos que sea de vuestro interés y que resulte un buen pago a vuestra lealtad.
En esta primera parte vamos a indagar en algunas teorías acerca del inicio del lenguaje, y de los primeros idiomas. Comentaremos también por qué han fracasado todos los intentos de realizar un lenguaje universal, y también expondremos algunas opiniones del autor de este artículo.
¿Cuándo comenzó el homínido a «hablar»?
Existe un enorme debate acerca de cuando adquirimos la capacidad de hablar. Convencionalmente se piensa que es el Homo Sapiens el único homínido que lo ha conseguido. Además, existen interesantes teorías sobre cómo se inicio el lenguaje. Podríamos hacer una pequeña lista de las más importantes:
- Teoría mama: Los primeros sonidos estarían relacionados con los objetos más significativos. Es decir, con aquellos que los humanos reconocen desde la infancia.
- Teoría tata: enunciada por Richard Paget. Los primeros sonidos se producirían por imitación vocal de movimientos gestuales.
- Teoría pu – pu: El lenguaje habría nacido mediante gritos, interjecciones y exclamaciones de sorpresa.
- Teoría yo – hey – ho: El nacimiento del lenguaje estaría ligado a los cánticos rituales y exclamaciones de esfuerzo. Sugiere el lingüísta Diamond que fueron sonidos de cooperación y de animación al trabajo pesado.
- Teoría sing – song: El lingüísta Jesperson afirma que nuestra comunicación verbal nació como entretenimiento. Sus comienzos estarían vinculados al ocio, los juegos y la diversión.
- Teoría hey tú: Revesz planteó que el contacto interpersonal fue la cuna del lenguaje. Sus primeros sonidos fueron realizados para llamar la atención del otro o para señalar la propia identidad.
Existen muchas otras teorías. Podéis leer una larga lista de ellas en este enlace. Llevamos casi 200.000 años hablando, pero, ¿Cuál fue el primer idioma que pronunciamos? Algunos teóricos defienden la posibilidad de que en alguna ocasión toda la Humanidad hablara un único idioma. No es una idea del todo descabellada, considerando de que no dejamos de ser animales y emitimos una serie de sonidos comunes.
Sin embargo, hay otros factores en juego que hacen difícil esa posibilidad.
¿Existió una madre de todos los idiomas?
Los defensores de la existencia de una lengua madre, origen de todas las demás, se llaman a sí mismos «nostraticistas».
Este término viene del latín «nostraticum» que significa «nuestros parientes» La lengua madre cuya presunta existencia defienden se denomina «nostrática» porque emparentaría a todos los idiomas del mundo. Fue teorizada por primera vez por el lingüista danés Holger Pedersen, en el año 1903. Una hipótesis similar a la nostrática fue propuesta por Greenberg y Ruhlen, que creyeron en una lengua euroasiática como origen de todos los idiomas del mundo.
Todos estos teóricos se fijaron, y emplearon, modelos europeos para tratar de encontrar respuesta a una pregunta que muchos lingüístas y eruditos se habían hecho con anterioridad. Olvidaron que el lenguaje humano nació en África, junto a nuestra especie. Y sin duda fue en este continente donde se desarrollaron los primeros idiomas. Pero el fuerte sentimiento racial y colonialista de aquellos años impedía tomar en consideración cualquier pensamiento que no tuviera como base una lengua de los vencedores, los occidentales. Pasó lo mismo con el intento de introducir un lenguaje universal, como veremos luego.
África como cuna y no como brazo
África, para ellos, nunca fue un foco, sino una extensión. Es cierto (relativamente cierto) que no conocemos ningún idioma africano anterior al latín o al griego antiguo. Y que la gran mayoría de las lenguas norteafricanas han sido contagiadas por el árabe y sus ramificaciones.
Sin embargo, el continente africano fue, y sigue siendo en parte, un hervidero de pueblos que circulan a un lado y al otro del continente, y con un componente sociocultural muy antiguo, y muy rico. Las circunstancias climáticas obligaron a nuestra especie a colonizar otros continentes. Y se llevaron consigo todo lo que poseían, incluyendo los idiomas que hablaban. Y de los que por desgracia no nos queda evidencia alguna. Pero eso no significa que no existieran.
A todo esto, ¿existió una lengua que fue la madre de todas las demás? Probablemente. Otra cosa más complicada es que hoy en día podamos descubrirla y «rediseñarla»
Posibles evidencias de la lengua nostrática
Desde el punto de vista que hemos señalado, los nostraticistas han buscado pruebas de su teoría. Para ello han tomado las grandes familias lingüísticas y han buscado elementos comunes, a nivel morfológico y sintáctico, entre ellas. Las grandes familias son la indoeuropea (a la que pertenece nuestra lengua), la afroasiática, la urálica, la proto-turca, la coreana, la Chukchi y la eskimo-aleutiana.
Lo cierto es que sí encontraron ciertos elementos comunes, sobre todo a nivel verbal y pronominal. Pueden observarse, de forma resumida, en este artículo.
Sin embargo, existen lingüístas que rebaten la credibilidad de esas pruebas. Por ejemplo, Ringe, defensor de la teoría indoeuropeista, niega que sean una evidencia a tener en cuenta. Ringe sostiene que dichas características comunes son ciertas si sólo consideramos las grandes familias citadas. Pero si añadimos otras ramas esos cognados (así se llaman en Lingüística los términos iguales entre lenguas) son más escasos, y más atribuibles al azar.
Además, el análisis de otras formas pronominales, como por ejemplo los números, nos dan bastantes menos coincidencias que en otros casos. Si hubieran nacido todos en realidad de una lengua común, el porcentaje de coincidencias tendría que ser casi integral, en un elemento de lengua tan común como son los numerales.
Hubiera, o no , una lengua madre, el caso es que en la actualidad la mayoría son muy distintas entre sí. Por eso existimos los traductores. Sin embargo, ha habido intentos de crear un idioma común que facilitara la comunicación entre hablantes de distintas lenguas. La más conocida de ellas es el esperanto.
El idioma que frenaría los nacionalismos
A finales del siglo XIX, el oculista polaco Ludwig Zamenhof pensó en una solución que frenara el impulso nacionalista en Europa. Llegó a la conclusión de que si se conseguía institucionalizar una lengua común para las grandes potencias, se limaría la conciencia patriótica de los pueblos. Y se iniciaría un camino de entendimiento que acabara con el belicismo en el planeta.
Al inicio del siglo XX, el esperanto vivió una época de esplendor. Se celebraron congresos internacionales sobre ella, como el de Boulougne sur Mer de 1905. Y su implantación estaba en boca de políticos e intelectuales de varias potencias. Sin embargo, la carrera armamentística y la I Guerra Mundial, primero, y el nacionalsocialismo y el comunismo, después, frenó su avance y enterró su idea humanista y pacificadora.
Hoy en día existen algunos millones de hablantes de esperanto, pero se considera una idea fracasada. Pero tampoco tendría asegurado el éxito si las condiciones geopolíticas actuales fueran diferentes. Básicamente, porque está confeccionado como un idioma indoeuropeo con matices eslavos y urálicos. Serviría bien para los hablantes europeos y americanos, pero sin embargo es muy extraño a los idiomas de más allá de los Urales y del norte de África.
La óptica eurocentrista es un problema para tender puentes entre los idiomas
De nuevo estamos ente una idea tejida con tintes eurocentristas, cuya vocación universal ignora las tradiciones lingüísticas de más de la mitad de la población humana. Aunque el esperanto pretendiera unificar la cultura humana, y conducirla hacia un ideal de paz, no deja de parecer, en cierto modo, una pretensión colonialista.
Construir un idioma universal tomando como intermediarios lenguas europeas, que a la postre ya están emparentadas entre sí, es un despropósito. Tan grande como querer repoblar el planeta casando a un grupo de personas con sus primos o primas. Porque para el resto de mundo estas creando un idioma lingüísticamente tan ajeno como los que ya existen.
Aunque la solución ideal, que sería crear un idioma sincrético que hundiera sus raíces gramaticales en un conjunto mayoritario de las familias de lenguas que existen parece una idea utópica. Y que nadie ha querido intentar en profundidad hasta la fecha.
- Idiomas y traducción (II): Los hijos del Indoeuropeo – 24/10/2016
- Idiomas y traducción (I): Cuestiones previas y un poco de historia – 17/10/2016
- Traducción: ¿Existen palabras intraducibles? – 10/10/2016
Muy interesante!!!! GRACIAS por compartir.
De nada, Ana. Gracias a ti por leerlo.
¡Un saludo!