¿Qué es la filosofía del lenguaje?
¿Qué es la filosofía del lenguaje?
«Es asombroso lo que puede hacer el lenguaje. Con unas pocas sílabas, puede expresar un incalculable número de ideas, de tal modo que una idea pensada por primera vez por un ser humano puede ser vertida en forma de palabras que serán comprendidas por otro para quien la idea es enteramente nueva. Esto sería imposible, si no fuésemos capaces de distinguir partes en la idea correspondientes a las partes de una frase, de modo que la estructura de la frase es como una imagen de la estructura de la idea.»
Gottlob Frege
¿Qué es el lenguaje?
Para entender lo que es la filosofía del lenguaje, debemos, antes que nada, definir lo que es el lenguaje.
Sánchez Meca nos ofrece una definición en dos sentidos. En un sentido amplio, como un medio de comunicación entre seres vivientes. En ese sentido, es lenguaje la comunicación entre los animales, la comunicación no verbal entre seres humanos, la música, los símbolos matemáticos, etc. Pero, en un sentido restringido, el lenguaje es un conjunto de sonidos que portan sentido o significado. El significado, es, pues, la condición básica del hecho lingüístico. Además, el lenguaje nos plantea tres problemas fundamentales:
- ¿Cómo un sonido -o conjunto- puede convertirse en portador de un significado universal?
- Cómo es posible la comunicación de los significados a través del lenguaje y qué relación tiene esta forma idiomática de comunicación con otras formas de comunicación no idiomática?
- Si las palabras son algo distinto de las cosas a las que representan, qué relación existe entre ambas y en qué medida el lenguaje es vehículo del pensamiento para conocer la realidad
¿Qué es la filosofía del lenguaje?
Para resolver estas cuestiones necesitamos introducirnos en la filosofía del lenguaje. La filosofía del lenguaje surge como un salto de la teoría del conocimiento a la teoría del lenguaje. No podemos dar por hecho que cuando hablamos de algo, esas mismas palabras estén llenas de contenido. A la filosofía del lenguaje ya se anticiparon filósofos como Platón o Guillermo de Ockham. El nominalismo medieval, por ejemplo, desechaba la idea de que la palabra «humanidad» tuviera algún contenido. No hay «humanidad», sino humanos. Es decir, cuando hablamos de «humanidad» estamos entendiendo que hay un sustrato común, un universal. Pero, ¿dónde se encuentra ese universal? Nunca percibimos la «humanidad», sino seres concretos. También la escolástica budista y la antropología contemporánea son nominalistas. Para la antropología contemporánea no hay «cultura», sino «culturas». Para el budismo tampoco hay en el mundo nada que se repita. La repetición tiene la particularidad de ser física y químicamente imposible. Pero la repetición es un elemento imprescindible de todo lenguaje.
En un principio, la filosofía del lenguaje se enfocaba en la tríada palabra-realidad-mente. Es decir, qué relación existe entre estos tres ámbitos. Esta tríada implicaba otras ramas de la filosofía:
¿Qué tiene que ver el mundo con la mente? Si mundo y mente no tienen ninguna relación entre sí, ¿cómo podemos conocer?
Si el lenguaje se fundamenta en representaciones de la mente, pero la mente no guarda relación con el mundo, ¿cómo puede ser el lenguaje algo significativo?
¿Qué relación tiene la lógica con el lenguaje?
¿Puede haber un lenguaje universal?
Las dos perspectivas de la filosofía del lenguaje
Algunos de estos interrogantes los trataron pensadores como Leibniz, Hume, Locke, Frege y Russell. Sobre la relación entre la teoría del conocimiento y la filosofía del lenguaje se debe tener en cuenta que, por ejemplo, el debate sobre las ideas innatas repercute en la adquisición del lenguaje. La filosofía previa al s. XX ligó el lenguaje a la capacidad distintiva del ser humano de razonar. Así, por ejemplo, Aristóteles diferencia en su Política al hombre del animal según el logos (palabra/ razón). La phoné (voz), por el contrario, es una expresión del dolor y del placer que poseen también los animales. Pero la palabra, que solo emplea el ser humano, es una herramienta por la cual podemos reflexionar sobre nuestro placer y nuestro dolor, sobre lo que nos conviene y lo que no, y sobre lo justo e injusto.
Aristóteles podría estar planteando una relación entre el lenguaje y la ética. El lenguaje, o bien nos ofrece la capacidad de establecer el sentido de lo bueno y de lo malo, o bien es una expresión antropológica de esta capacidad de discernimiento. Caben una gran variedad de reflexiones a este respecto: ¿podemos pensar sin lenguaje?, ¿comparte el lenguaje y el pensamiento una misma estructura lógica?, ¿puede haber un lenguaje irracional? Descartes, por ejemplo, prosigue la línea aristotélica de vincular el lenguaje a la racionalidad. El ser humano tiene lenguaje porque tiene pensamiento. Además, el pensamiento a partir de Descartes se vuelca sobre sí. Es un ser para sí. Con lo cual, parece que en Descartes el lenguaje podría darse en la propia interioridad de la consciencia sin necesidad de la cuestionada «res extensa».
El giro a la pragmática del s. XX
En el s. XX -además- lingüistas, psicólogos y filósofos empezaron a examinar los fenómenos del aprendizaje y el dominio del lenguaje, y con los avances en sintaxis y semántica se comprendió que conocer una lengua no era simplemente una cuestión de asociar palabras con conceptos. También implica de manera crucial el conocimiento de cómo unir las palabras, ya que normalmente son las oraciones las que utilizamos para expresar nuestros pensamientos, no las palabras aisladas (Stanford Encyclopedia of Philosophy).
Por otro lado, en el s. XX, la filosofía del lenguaje toma otra perspectiva, y da un giro de la teoría del lenguaje al contexto lingüístico: esas preguntas sobre la relación entre mente, lenguaje y mundo, debemos ponerlas entre paréntesis y atender a la cuestión del lenguaje en un contexto. Ya Austin nos advierte-y antes que él, filósofos como Spinoza- que una mala interpretación del lenguaje da lugar a muchos problemas filosóficos que podrían ser evitados (en filosofía se tiene como principio no multiplicar los entes sin necesidad).
Es decir, el lenguaje siempre se ve mediado por un contexto en el cual se incluye una multiplicidad muy variada de factores: sociales, económicos, políticos, etc., que condicionan el uso del lenguaje y el significado, y que dificultan, entre otras cosas, la traducción de un lenguaje a otro. A esta corriente se la denomina«pragmática». En ella podemos incluir a autores como Wittgenstein (en su segundo periodo), Peirce, Austin, Searle o Quine. Por ejemplo, uno mismo varía su lenguaje según se dirija a un amigo o según se dirija a su abuela; no emplea el mismo registro y los significados de las palabras pueden cambiar según el contexto. Además, introducen nuevos conceptos, como la performatividad del lenguaje. Esto es: nosotros podemos crear cosas con las palabras. Dar una orden, pedir matrimonio, etc. A esto lo denominan «actos del habla». Por concretar, si se cumplen unas determinadas condiciones (consentimiento, promesa de los futuros cónyuges, que se articulen las palabras requeridas, etc.) dos personas pueden casarse por medio del lenguaje.
Una vez establecidas las dos corrientes principales de la filosofía del lenguaje, debemos ofrecer una definición de lo que es la filosofía del lenguaje.
Posible definición de lo que es la filosofía del lenguaje
Según Katz, la filosofía tiene como objeto de estudio los sistemas conceptuales desarrollados por científicos, matemáticos, críticos del arte, moralistas, etc. Los filósofos abordan esta tarea describiendo la estructura de esos sistemas conceptuales, analizando los métodos empleados por tales sistemas y apreciando la validez de sus propósitos. Actualmente, este análisis de sistemas conceptuales particulares relativos a diversas disciplinas académicas se llevan a cabo en distintas ramas de la filosofía: filosofía de la ciencia, filosofía de la matemática, filosofía del arte (estética), filosofía de la moralidad (ética), etc.
Pero los sistemas particulares considerados por la filosofía no son independientes el uno del otro, sino que se integran en una sola estructura de conocimiento conceptual. Así, la filosofía, en su sentido más amplio, se encarga de estudiar esa estructura integradora del conocimiento conceptual (los resultados de cada investigación contribuyen, necesariamente, a los de otra), y la filosofía del lenguaje sería, por tanto, una de las ramas de la investigación filosófica del conocimiento conceptual. Trata de entender lo que puede ser aprendido acerca del conocimiento conceptual, a partir de la manera en que ese conocimiento es expresado y comunicado en el lenguaje. Por consiguiente, la premisa fundamental de la filosofía del lenguaje es que existe una estrecha relación entre la forma y el contenido del lenguaje, y la forma y el contenido de la conceptualización (Filosofía del lenguaje, Jerrold. J. Katz).
Es decir, la necesidad de estudiar la filosofía del lenguaje radica en que por medio del lenguaje accedemos a todos los sistemas conceptuales, y si no sabemos cómo se vincula el lenguaje con los conceptos y la realidad, nunca podremos llegar a ser rigurosos -¿cómo sabremos si usamos un lenguaje significativo?, entre otras muchas preguntas-, por lo que el lenguaje merece ser estudiado en sí mismo.
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Bibliografía
Filosofía del lenguaje– Jerrold. J. Katz, 1971
Teoría del conocimiento– Diego Sánchez Meca, 2001
Budismo esencial– Juan Arnau, 2017
Política– Aristóteles, 2019
Stanford Encyclopedia of Philosophy. (16 de enero de 2008). Innateness and Language. Recuperado de: https://plato.stanford.edu/entries/innateness-language/
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