Reglas ortográficas: la «ll» y la «y»
La relación que existe entre la ll y la y es más cercana de lo que, en origen, se podía esperar. La mayoría de hispanohablantes no diferenciamos los sonidos de ambas; no obstante, el dígrafo ll y la y no siempre se han pronunciado de igual manera. Es más: hay zonas en las que aún se diferencia claramente su pronunciación. Como se tratará de explicar más adelante, el fenómeno que ha propiciado la confluencia de ambos sonidos se denomina «yeísmo», y es el causante de que, por ejemplo, pronunciemos igual pollo que poyo, dando lugar así a palabras homófonas no homógrafas —es decir, que se pronuncian igual pero se escriben de manera distinta—.
Antes que nada, conviene matizar que, hasta hace ocho años —en 2010 se publicó la última Ortografía—, la ll se consideraba una letra más del abecedario. Precisamente, una de las novedades de dicha obra fue la eliminación de los dígrafos ch y ll del abecedario. Un dígrafo es, a grandes rasgos, un conjunto de dos letras que representa un único fonema o sonido. El argumento para eliminar los dígrafos del abecedario redunda en que los dígrafos son combinaciones de dos letras que ya aparecen incluidas de manera individual. Por este motivo, las palabras que empiezan por ll aparecen en el diccionario dentro de la letra l, un hecho que ocurre desde el año 2001, fecha en que se publicó la vigesimosegunda edición del diccionario académico.
En lo que respecta a la letra y, resulta conveniente apuntar que en español puede representar dos sonidos distintos. Por una parte, puede ser un sonido consonántico cuando aparece al comienzo de palabra o de sílaba, como en yerno, yanqui o rayo. Por otra parte, la y también representa el sonido vocálico /i/ en varios casos: cuando se trata de la conjunción copulativa —como en esto y lo otro—, cuando aparece en posición final —por ejemplo, en muy, órsay o uy— y cuando se trata de una forma verbal a la que se le añade un pronombre enclítico: haylas o voyme.
Además, en la Ortografía de 2010 también se señala cuál debe ser el nombre con el que se conozca a la letra y:
Aunque las obras académicas más recientes volvieron a señalar como preferente el nombre tradicional de i griega, hoy se considera preferible proponer el nombre ye como el único recomendado para todo el ámbito hispánico, por ser más simple y distinguirse directamente, sin necesidad de especificadores, del nombre de la vocal i. (OLE, § 5.4.3.1, p. 71).
¿Por qué se pronuncian igual ambas letras?
La gran mayoría de hispanohablantes no diferencian en la pronunciación los fonemas /y/ y /ll/, debido en buena medida a que el fonema /y/ se ha impuesto en la mayoría de zonas de habla hispana. Por este motivo, hoy en día resulta difícil determinar a partir de la pronunciación si una palabra se escribe con y o con ll. Algunas parejas de palabras —por ejemplo, valla y vaya, pollo y poyo o calló y cayó— se consideran homófonas, puesto que en el plano fónico es imposible distinguirlas.
Para explicar cómo surgió el yeísmo hay que recurrir a cuestiones fonéticas. La pronunciación no yeísta de la ll es igual que en otras lenguas como el portugués (en la que se escribe con lh), el catalán (ll) o el italiano (gl). Para articular dicho sonido, es preciso que la lengua toque el paladar, que vibren las cuerdas vocales al pronunciarlo y que el aire salga al exterior a través de los laterales de la boca. Por este motivo, este fonema se conoce como consonante lateral palatal. Ahora bien, ¿qué ocurrió para que se comenzara a pronunciar como una y? Principalmente, que la articulación se relajó, de modo que el aire que debería salir por los laterales salía por el centro, previo estrechamiento de la boca. Por este motivo, se considera que la y representa un sonido fricativo palatal sonoro.
¿Cómo podemos saber cuándo lleva y o ll?
Debido a la extensión del yeísmo, no es posible en la práctica reconocer si una palabra lleva y o ll. Sin embargo, sí es posible establecer algunas orientaciones que permitan determinar si una palabra se escribe con una letra u otra. De este modo, se escribirían con y las palabras que cumplan alguno de los siguientes puntos:
- Tras ciertos prefijos como ad-, des-. dis– y sub–, como en adyuvante, desyerbador, disyuntiva o subyugar.
- Las palabras que presentan la sílaba –yer–: yerno, ayer, reyerta o joyería. Sin embargo, en posición final de palabra también puede haber palabras que acaben –ller: canciller, capiller o bachiller.
- Las palabras que contienen la secuencia –yec–, como en abyecto, proyecto o inyección.
- Los plurales en -es de las palabras que terminan en –y, como en leyes, reyes o bueyes.
- Todas las palabras que conservan la terminación grecolatina –peya, que deriva a su vez del griego ποιΐα: onomatopeya, epopeya, etopeya o prosopopeya.
También hay pautas que permiten saber cuándo se escribe el dígrafo ll en representación del sonido /y/ o /ll/ (este último para los hablantes no yeístas):
- Las palabras terminadas en –illo e –illa, sean o no sufijos diminutivos. Así pues, tenemos palabras como cucharilla, gatillo o conejillo, pero también otras como amarillo, morcilla o hebilla.
- En la mayoría de palabras que acaban en –ello o –ella —botella, doncella o alzacuello— a excepción de algunas como plebeyo, leguleyo y las palabras que acaban en –eya, como zarigüeya o las anteriormente mencionadas.
- Todas las formas de los verbos que acaban en –ellar, -illar, -ullar y –ullir. Ejemplos: atropellar, humillar, mascullar o escabullir.
También existen pares de palabras que pueden escribirse indistintamente con y o con ll. En la mayoría de casos, se trata de palabras procedentes del español de América. Algunos de estos serían chamullar/chamuyar ‘hablar’ (aunque no son sinónimos en todas sus acepciones), hallaca/hayaca ‘especie de tamal’ o chollar(se)/choyar(se) ‘rozarse’. En suma, como puede advertirse, la distinción entre la ll y la y no siempre es nítida, hasta el punto de que en algunos casos —debido a la confluencia fonética— pueden escribirse de ambas maneras.
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