Tarifas: traducción y crisis
Crisis del mercado de la traducción (2009 – actualidad) y crisis de las tarifas de traducción
Si hay un tema que levanta ampollas entre los traductores es el de las tarifas. No existe – para nada – un acuerdo sobre lo que es es una tarifa aceptable o no, hecho que seguramente se deba a las diversas circunstancias de los traductores, ya que no se trata de un sector homogéneo.
Muchas veces en foros de traducción los traductores nos tiramos los trastos cuando se debaten las tarifas. Sin duda, gran parte del motivo es que son muy distintas las condiciones de trabajo de los traductores y una variación en el nivel de tarifas afecta de manera muy distinta a unos traductores y a otros.
Para entender cómo afecta una bajada de tarifas (como la que se ha producido a lo largo de la crisis en España, principalmente a partir de 2009) es necesario entender quiénes son los actores en España y lo que supone para cada uno de estos colectivos la bajada de tarifas.
¿Y quiénes traducen, entonces?
Entre los tipos de personas que traducen en España, encontramos algunos perfiles como son:
Microempresarios traductores: normalmente traducen poco porque su negocio es el outsourcing. Tienen perfiles públicos de traductores en redes sociales y participan en muchos foros pero sacan sus proyectos a otros para dedicarse al marketing y a la gestión. En otros casos son microempresas de uno o más traductores que trabajan bajo alguna forma societaria por temas de imagen o por motivos fiscales.
Traductores autónomos full-time: son traductores a tiempo completo.
Traductores autónomos part-time: trabajan como traductores por las tardes o los fines de semana. Alternan los trabajos de traducción con otros puestos: en la administración pública, en la enseñanza y como traductores en plantilla para empresas y organizaciones.
Trabajadores en negro: trabajan para particulares o con pequeños encargos. En este grupo hay de todo y también algunos traductores jurados, principalmente los que están en edad de jubilación o los recién cualificados. En cualquier caso no es un mercado significativo por los bajos ingresos que produce.
Estudiantes y voluntarios: No están dados de alta en la Seguridad Social y hacen sus primeros encargos, muchas veces sin remuneración. En otras ocasiones trabajan para proyectos de traductores voluntarios. Se trataría, en definitiva, de reunir personas voluntarias que luego se puedan profesionalizar a tarifas más bajas.
Traductores low cost que trabajan para agencias online: Hay un poco de todo en este grupo. Trabajan para agencias (mayoritariamente extranjeras) low cost online o para plataformas de outsourcing o «gig websites»; no están dados de alta y no pagan impuestos. Reciben pequeñas cantidades de la traducción mientras viajan y estudian, o que les sirven para complementar ingresos.
Consecuencias de la crisis
El mercado de la traducción comenzó a notar los efectos de la crisis en enero de 2009. Ya antes se decía que había descendido el volumen de encargos pero el verdadero frenazo en seco fue a partir de enero de 2009. Muchos traductores informaron entonces que el primer trimestre de 2009 fue desastroso, incluso el primer semestre íntegro de 2009. Algunos compañeros decían que habían recibido poquísimas o ninguna oferta en la primera mitad de 2009.
El Powwow Index
Un posible medio de medir la incidencia de la crisis en la traducción sería lo que yo he denominado el Powwow Index. A través del portal de traducción Proz.com se organizan una serie de encuentros o tertulias de traductores y toda la información sobre: el número de personas interesadas, el número final de asistentes, el ratio de traductores profesionales frente a personas interesadas en la traducción (voluntarios, estudiantes, etc.) está disponible en línea para todos los países del mundo en los que tiene presencia Proz.com. Otros datos analizables serían los «venues» o lugares en los que se produjeron los encuentros y los precios de las cenas, entradas a los lugares, precio medio de consumiciones, etc.
Los datos de los Powwows están disponibles a partir del año 2007 (en el caso de Translator’s Day – el día del traductor) y son fácilmente contrastables. Así podemos ver que en España en 2009 descendió el número de Powwows organizados, el número de asistentes a las mismas, el número de traductores no profesionales (personas interesadas por la traducción como opción profesional) e incluso el precio medio de cenas y consumiciones de los lugares de encuentro, que pasaron a ser bares o locales de menos categoría.
Sin embargo, en países emergentes se produjo el fenómeno contrario, en países como Argentina se aprecia un aumento de todas las variables: número de Powwows, número de interesados, número de asistentes finales, número de personas no profesionales (interesadas en la traducción) asistentes y «glamour» de las venues que pasaron a ser clubes y locales de prestigio.
Aunque no dispongo de tiempo ni de motivación suficiente para compilar todos los datos estadísticamente analizables estoy seguro de que el Powwow Index podría ofrecer una imagen fiel de la situación de la traducción en diversos lugares del mundo y a lo largo del tiempo como ninguna otra estadística.
Descenso del número profesionales autónomos en España
Volviendo a España, nos encontramos con un panorama en el que a consecuencia de la crisis ha descendido el número de trabajadores autónomos full-time (no dispongo de datos estadísticos, pero es evidente). Los microempresarios siguen mal que bien porque plantea más problemas cambiar de estado – la única salida de una sociedad es la disolución. Algunas empresas sí se han disuelto y el socio o dueño ha pasado a ser autónomo (porque es más económico que una sociedad cuando el rendimiento es menor).
En cambio, se ha producido un aumento de trabajadores autónomos a tiempo parcial que compatibilizan su actividad con otra profesión (enseñanza, trabajos de traducción en plantilla, etc.).
También se ha producido un aumento de la actividad en negro y de personas que normalmente no traducían que ahora sí aceptan ahora pequeños encargos para «complementar ingresos«.
Consecuencias para los autónomos
El colectivo que más sufre en esta situación es el de los traductores autónomos a tiempo completo, ya que se han producido varias circunstancias que les afectan negativamente:
– Descenso generalizado de tarifas en todos los mercados;
– Peticiones generalizadas de descuentos;
– Clientes que buscan solo lo más barato;
– Clientes menos dispuestos a pagar impuestos, como el IVA;
– Alargamiento de plazos de pago;
– Problemas de solvencia, impagados y morosos;
– Competencia por parte de compañeros que compaginan la traducción con otra actividad, que han aumentado en número;
– Competencia del sector voluntario o de estudiantes, que reciben poca o ninguna remuneración pero sí hacen encargos que – de otro modo – harían traductores profesionales remunerados;
– Nuevas plataformas online que ofrecen traducciones low cost;
– Deslocalización de empresas y traducciones a países emergentes.
Más consecuencias de la crisis: fuga de cerebros
Se ha producido una «fuga de cerebros» en la medida en que traductores que llevan tiempo establecidos en España han vuelto a sus países de origen (si eran inmigrantes) o bien han emigrado a países emergentes para abaratar costes. También nos encontramos con traductores que han emigrado a países más caros con la esperanza de encontrar trabajo mejor remunerado, un mejor trato tributario-fiscal frente a ingresos, o unas condiciones de pago más beneficiosas que en España (legislación más estricta frente a morosos y mejores plazos).
¿Y a quién beneficia la crisis?
No beneficia prácticamente a nadie pero, si acaso, ha aumentado el volumen de trabajo en los siguientes sectores:
– Trabajo informal o voluntario y semi-voluntario: programas como el de Mondo Lingua que se nutre de trabajadores voluntarios que también realizan algún encargo de carácter profesional a cambio de una menor remuneración (5 céntimos: 4 para el traductor y 1 para la agencia);
– Trabajo en negro porque supone una bajada del precio para el cliente final;
– Plataformas online. Se trata de una serie de plataformas que cobran y pagan por PayPal o sistemas similares de pago online, sin exigencia de factura. Normalmente se localizan en el extranjero.
– Agencias low cost con presencia online pero sin presencia física (frecuentemente sin datos de contacto de dirección física). En esta situación encontramos varias agencias online sin dirección de contacto.
En estos cuatro sectores se ha producido un florecimiento a raíz de la crisis, mientras que las agencias tradicionales que no han sabido penetrar el mercado online y no pueden competir con proveedores low cost (sin gastos de oficina, etc.) han visto descender sus volúmenes y márgenes, han despedido a trabajadores, se han deslocalizado a mercados emergentes, o han cerrado y se han declarado en concurso de acreedores.
La solución no parece fácil y no depende de los traductores solamente. Aunque muchos de nosotros (y entono el mea culpa) tendemos a culpabilizar a los diversos sectores low cost y los traductores que trabajan para estas empresas, de forma formal e informal, el mercado solo puede mejorar cuando mejore la situación de la economía en general.
En muchos casos, el daño ya está hecho y no veremos un retorno a cifras de años anteriores. Con la crisis han avanzado la deslocalización a otros países, la utilización de la traducción automática y fenómenos como el crowdsourcing.
Por tanto, a los traductores nos queda esperar que se produzcan cambios significativos que nos permitan seguir con nuestra actividad con unos márgenes aceptables como son:
– Un trato fiscal más favorable para los autónomos y microempresas;
– Cambios legislativos: aplicación de la ley de plazos de pago, mejora en el funcionamiento de los monitorios;
– Una mejoría de la situación económica general.
También nosotros tendremos que adaptarnos a la nueva situación utilizando más la tecnología para incrementar nuestra productividad, con una gran especialización, mayor internacionalización, y utilizando herramientas como el SEO y las redes sociales para promocionar nuestros servicios a clientes directos dado que muchas agencias de la llamada «traducción industrial«* no van a saber encontrar su lugar en el nuevo panorama de la traducción y tendrán que cerrar.
* Término acuñado por el traductor Raúl García.
- Omisiones en las traducciones juradas – 03/12/2023
- Las direcciones en las traducciones juradas – 01/12/2023
- La traducción de términos del mercado monetario – 29/01/2021
Estimado León,
acabo de conocer tu blog a través del grupo «algo más que traducir» de Facebook. Soy traductora jurado de inglés; eso sí, un tanto particular porque el inglés es my afición desde siempre –y complemento económico ahora– pero soy sobre todo abogado en ejercicio.
Anda un tanto ocupada en este momento, pero no me resisto a saludarte y a felicitarte por lo (poco) que he podido leer y prometo continuar en cuanto tenga un rato.
Hasta pronto, MARÍA JOSÉ RIERA
Hola:
Gracias por leer el blog. Lo de estar ocupada no es mala noticia en estos tiempos que corren 🙂
Saludos,
Leon Hunter
O sea, que no vemos tarifas por ningún lado. Uno de los principales problemas con respecto a la traducción es el secretismo estúpido con respecto a la tarificación por palabra. Muchos de los traductores freelance hemos tenido que buscarnos la vida para poner un precio por palabra pues no existe ningún lugar en el que consultarlo. Por tanto, este artículo está muy bien pero sigue siendo una visión «por encima» de lo que es importante. Habría que apoyar un poco más a los traductores cuando empiezan y decir las cosas claramente sin andarnos con rodeos.
Perdón, me alteré y comenté antes de leerlo del todo. Pido disculpas.
>O sea, que no vemos tarifas por ningún lado.
Pues incluso hay un enlace a mi página web que pone «tarifas de traducción» aunque estoy pensando en subirlas, eso sí 🙂 Y más tras la redacción de este artículo 🙂
Un saludo,
Leon Hunter
Muy buen artículo (y blog en general), Leon, enhorabuena.
Estimado Leon:
Yo también acabo de conocer tu blog a través de una compañera de trabajo de Facebook. Un artículo muy interesante. Intentaré seguir leyendo tu blog.
He visto que también eres administrador de la lista Traducción en España, ¿puedes ayudar a suscribirme? No hay manera, mando la orden por correo electrónico pero me dice que esa lista no existe.
Muchas gracias,
Patricia
Leon:
¡Bonísimo post, sí señor!
Hola León:
Te conocía de seguirte en Twitter y, además, de la lista de distribución de traducción. Sin embargo, no sabía que tuvieses un blog. Ahora ya lo sé y me lo añado a mi lista de «blogs a seguir» 🙂
Excelente artículo, lleno de verdades.
Lo de las tarifas, sigo sin entender el secretismo, que nos perjudica tanto. Tal vez los que insisten en este secretismo creen que no cobran suficiente. O tal vez saben que cobran más que nadie y tienen miedo a las represalias. Pero si es esto último, creo que sería todo lo contrario: si eres bueno y tu cliente te lo paga, ¿para qué cobrar menos? ¿Acaso una gran multinacional no paga a los mejores abogados para hacer el mejor trabajo? ¿Acaso alguien se queja de que los futbolistas cobren cifras descomunales y que, encima, se les «considere» mejores porque cobran más que otros jugadores? Pues yo también quiero eso, oiga.
Es verdad que la crisis casi está perjudicando más a los autónomos que a ningún otro tipo de trabajador (bueno, diría que los de ETT deben estar por ahí). Al fin y al cabo, si llevas 20 años en una empresa y te echan, te pagan indemnización. Si nosotros tenemos que cerrar el chiringuito, no recibimos ni un duro. Pero también creo que es precisamente ahora cuando tenemos la mejor oportunidad de intentar hacer un cambio en la industria y en la forma de trabajar de muchas empresas que, tal vez, acudirían a agencias u otras empresas. En nuestra mano está convencerles que, con un autónomo, consigue lo mismo, o incluso más, que yendo a otra empresa, ya que, no solo puede conseguir un profesional específico en un campo muy particular (y aquí ya no me refiero solo a traductores especializados en física cuántica, sino a cualquier otro profesional autónomo), sino que, además, evitará tener que pasar por varios intermediarios, cada uno de los cuales les pedirán que les paguen sus correspondientes comisiones.
Sí, al mal tiempo, buena cara. Y poner buena cara depende de nosotros mismos. Sonreíd, y la vida os sonreirá 🙂
No entiendo este empeño en tener en mente siempre unas tarifas fijas y por palabra. A los clientes eso les importa un pepino, lo que quieren saber es cuánto les va a costar la broma al final, así que el hecho de hablar de tarifas por palabra con ellos no me parece una buena idea. Creo que cada presupuesto puede ser una apuesta en plan póker. Y en la que el precio final se base no sólo en aplicar un cierto importe por palabra, sino también las ganas que tengamos de obtener ese encargo. Cuantas menos ganas, más se puede tirar para arriba 😉 Y, por supuesto, partir de un precio por palabra (para el recuento nuestro privado) irrisorio simplemente no sale a cuenta. Quien tenga ganas de traducir sin importarle las ganancias siempre puede hacerlo gratis y para sí mismo.
Otra cosa: me temo que con muchos de tus posts están haciendo publicidad gratuita a esas agencias de las que tanto despotricamos entre colegas. Párate a pensar qué conclusiones puede sacar un cliente que lea esos nombres asociados a la idea de «rápido y barato». Ten en cuenta que no todo el mundo compra café de comercio justo. Pues lo mismo con las traducciones.
«Ten en cuenta que no todo el mundo compra café de comercio justo. Pues lo mismo con las traducciones.»
Sí, pero igual se cortan un poco más cuando se enteran de los niños de Nicaragua que cobran un dólar al día 🙂
Saludos,
Leon Hunter
[…] Tarifas: traducción y crisis […]
[…] Tarifas: traducción y crisis […]