Traductores baratos: a los que les asignan los encargos más fáciles, los mejores plazos, les pagan mes a mes… Levantan un poquito la mano.
Traductores «caros»: todos aquellos que cobran más por los servicios de traducción que el grupo mayoritario de proveedores (a sabiendas o no – porque puede que ni lo sepan).
Estos traductores lo suelen tener un poco más difícil porque les asignan:
- Los plazos más urgentes;
- Plazos en festivos, fines de semana, etc. (cuando los otros están descansando);
- Los clientes más difíciles y más exigentes;
- La revisión más exigente;
- El trato: suele ser peor;
- En cuanto a los pagos, pagan antes a los habituales o regulares (los que necesitan) y siendo outsider no te pagan mes a mes porque como cobras más es que te debe de sobrar el dinero…
Ejemplo de situación negativa para un traductor «caro»
CASO – Solo te mandan cosas urgentes (textos pequeños) para hoy y para mañana (y te llaman en cualquier sitio y a cualquier hora). Lo que puede fastidiar al «traductor caro» en este caso es que a lo mejor tienen un grupo regular de traductores a los que les asignan los encargos con más chicha – escrituras de cierta longitud, cuentas anuales, etc. y se lo dan a gente con mucha menos experiencia y a ti te dan «las migajas» que no quiere nadie.
Pues los típicos textos de 500 palabras que son para una prueba y los va a revisar el jefe del cliente. Claro que si eso es lo que te cae siempre y ganas 2 pesetas con ello, te puedes volver tariro.
En este contexto, entiendo que la gente se plantee bajar los precios o cualquier cosa, pero igual también es una idea — como llevo años diciendo en este blog — hacer un branding propio de los servicios de traducción y tener una clientela más variada. Son cosas en las que me he empeñado aunque lleve tiempo, esfuerzo y dinero y no dé (para nada) un resultado inmediato.
El mercado de la traducción no es transparente
En cuanto a los precios: el mercado no es transparente, de modo que no sabemos lo que cobran los otros traductores a cada cliente. En todo caso y, aún sabiéndolo, los encargos que ofrecen a los unos y a los otros no son los mismos, de tal manera que con encargos pequeños uno se puede encontrar que aunque el precio nominal del servicio de traducción sea más caro, en realidad se gana menos porque necesita el doble de clientes / encargos para ganar lo mismo.
Los gastos son diferentes
También es destacable que no todo el mundo tiene los mismos gastos: porque no es lo mismo (fiscalmente) vivir en España que en EE.UU., no es lo mismo tener una S.L. que ser autónomo, ni es lo mismo gente que no es autónoma y factura con algún método esporádico.
El tiempo que llevan unos y otros en el mercado no es el mismo
Es importante también que igual una persona viene de otra época cuando los precios no estaban tan bajos y mal que bien uno se podía ganar la vida en traducción. Ahora nos encontramos con gente que factura menos pero nosotros no hemos subido nuestros precios y, es más, teniendo en cuenta la serie histórica incluso los hemos bajado con respecto a 10 años atrás.
En cuanto a traductores: el cliente decide lo que quiere
El cliente decide lo que quiere hacer. Si no le gusta el precio, puede rechazar la oferta (amablemente, eso sí) y buscar otra cosa más barata.
- El cliente también puede ofrecer una rebaja a cambio de alguna mejora. Por ejemplo: pagos más rápìdos, encargos más fáciles, etc.;
- El cliente rara vez va a solucionar el problema criticando. Lo que debe hacer es buscar algo más barato y mejor (si lo hay, que muchas veces el tema es que no lo hay);
- Puede preguntar también si existen descuentos para ciertos tipos de documentos.
Por último, también se puede decir la verdad: que no tienes dinero. Me he encontrado en el caso muchas veces que quería comprar algo y no podía. Entonces simplemente he dicho que no podía. Que me encantaría, pero que no puedo. Y, a menos que el vendedor sea un descerebrado, no te va a poder discutir eso.
Calidad en la traducción más allá de lo aparente
En este contexto también me planteo que la calidad va mucho más allá de lo aparente. A veces, nos encontramos con que las agencias se empecinan en una serie de minucias a las que dan demasiada importancia y no entendemos por qué. También tenemos que pensar que la mayoría de la gente con la que trabajan es muy burra, porque es muy barata y prácticamente lo hace todo al vuelo ya que, de otro modo, sería imposible.
Entonces, se han tenido que inventar unos controles de calidad para sacar una serie de cosas a las que se da una importancia sobremedida. Y es verdad que un error un «2» en vez de un «3» en un código de barras en un formulario de 999.999.999.999.999.999.999.999.999 (¡¡no!! — que el último nueve era ocho y lo has puesto mal). Es verdad que si ponía «monta tanto» y has puesto «tanto monta» era un error, porque era una inconsistencia y para las TMs eso es fatal, fatal.
Y es verdad que si ponía Sanchez sin tilde en realidad había que poner Sánchez con tilde y eso era un error.
Y, sin embargo, no me acaban de convencer. Porque pienso que todo esto es verdad pero que debe de haber algo más porque cada día veo más traducciones en las que minuciosamente está todo: y todos los números, y todo coherente y consistente, y todas las tildes puestas… Pero, me siguen pareciendo un bodrio horrendo y no me gustan.
Razones por las que muchas traducciones no me parecen acertadas
Está todo puesto en su sitio y no falta nada. Pero a la vez falta algo y la impresión es mala. Simplemente porque el resultado carece de calidad.
- Porque la redacción es mala;
- La traducción es muy literal;
- La estructura sintáctica es pobre;
- Porque la expresión es parca y no se usa un vocabulario más curioso;
- Frecuentemente la terminología está mal traducida. Incluso en el caso de cosas muy corrientes y sin que sea un despiste o un error por las prisas. Son errores recurrentes muy concienzudamente pensados.
- Porque hay alguna frase retorcida del original y no han entendido nada y no dice lo mismo;
- Porque hay frases que no se entiende nada y están mal traducidas y con falsos sentidos…
Un ejemplo de errores terminológicos
Un ejemplo de errores terminológicos me lo he encontrado con cosas muy simples en revisiones recientes. La verdad es que cometo muchos errores yo mismo (el primero) y de todo tipo, así que nadie está libre de pecado. Pero pienso que hay que pedir perdón cuando hay que pedirlo y hay que discutir cuando hay que discutir.
Un ejemplo es una escritura que me pasaron para jurar de una agencia. Tenía mil comentarios buenísimos de clientes la empresa y lo único que me extrañó de la agencia es que no parecía que hubiera traductores (¿puede ser que en una empresa de traducción no haya traductores? — pues aparentemente sí y hay CFO, COO, CEO, Jefe de Client Relationship Management, Jefe de Marketing Digital y Cross-Cutting Storytelling for Clients y varios cargos más de esos molones en inglés, pero traductores lo que se dice traductores, ninguno).
No son errores de bulto o por agotamiento
El caso es que en el texto a revisar una persona que ponía «demand» para demanda. Y no era un despiste ni lo que llaman en segundas lenguas «interferencia» ni lo que llaman los castizos «que se te crucen los cables» (que es algo que puede pasar trabajando apurado a y toda leche). No. Era deliberado y lo habían puesto 1, 2, 3, 7 o 10 veces. Eso y mil cosas más. Tan horrible era que me dieron las 5 de la mañana y al final decidí que era insalvable y que iba a adelantar más traduciendo las últimas páginas yo mismo.
Otra experiencia reciente fue un texto que habían visto 3 revisores y venía la opinión de revisor 1, revisor 2, revisor 3… Y me dije: «¡Madre mía! ¡Cometen un error y encima lo discuten!» Y les dije que leyeran mi artículo sobre la traducción de estatutos sociales (que es gratis) y que seguro que iban a encontrar una opinión sobre lo que preguntaban. Que no hacía falta revisor de nada, con leer el artículo es suficiente.
Un ejemplo de mediocridad de textos
Pongamos que vamos a la librería (física u online, la que queráis) y nos compramos dos libros.
Uno es «El Quijote» y otro es una novelucha o novelita romántica barata. El caso es que aunque «El Quijote» tenga una errata en la página 314, párrafo 2, y hayan impreso (en esa edición) una página al revés por error (le damos la vuelta y nos la leemos igual) nos sigue pareciendo una estupenda novela. Por la narrativa, por la calidad de la redacción, por el hilo argumental, por la riqueza lingüística… Sabemos que nos encontramos ante algo único.
Por otra parte, empezamos a leer la novelucha. Trata de una pastora de Milwaukee que se enamora del hijo de un cura y tienen un romance. En algún momento nos empieza a cansar la pobreza del argumento. Nos aburren los diálogos parecen muy forzados. Nos extrañan las traducciones literales del inglés, el poco sentido de alguna frase (que no entendemos) o el vocabulario repetitivo. Y nos damos cuenta de que incluso en el caso de que estuviera todo perfecto, que no hubiera ninguna errata, que todos los «2» estuvieran puestos como «2» y todos los «3» como «3», seguiría siendo una BASURA y la dejamos de leer asqueados.
Aunque la mona se vista de seda…
Es lo que pasa con miles y miles de traducciones que vemos en cientos de webs. Incluso de supuestas «súper empresas»: que las traducciones que tienen colgadas son todas BASURA. Aunque hayan pasado las miles de QA , habrá escrito la chica de Client Relationship Management para decir que Sánchez era con tilde y no sin tilde. E inspeccionado la tabla de números con lupa de la buena.
Pero, sin embargo, sigue siendo basura todo lo que tienen puesto en esas webs.
Y a veces es algo tan inespecífico en cuanto a lo concreto. Y sin embargo es evidente para todo tipo de gente que lo lee… Incluso una persona no nativa que ve algo muy calcado y no le acaba de cuadrar. O que lee una frase en inglés y al ver que no tiene nada que ver con el español, se extraña.
Arte y talento
.Naturalmente es un problema de arte y talento. Como todo lo que tenga que ver con arte, hay gente que posee un don y hay gente que no. Hay gente que por mucho que se empecine nunca podrá tenerlo y les puede fastidiar, pero es así. Porque un Picasso puede tener un mal día, o un Ronaldo fallar un gol, pero siguen siendo genios. En cambio, hay muchos otros que no es que tengan un mal día, no. Ees que ni su mejor día será como el peor de los otros…
a vHay gente que dibuja como Van Gogh y hay gente que hace copias de «Los Girasoles» en clases. Y las vende cada fin de semana en el Rastro. O tal vez trata de colocarles los cuadros a sus pobres familiares. Y no sabría decirte cuál es el problema: el por qué de la mediocridad de la copia. Primero, es mediocre porque es copia y no es original y eso ya le resta algo de brillo propio. Segundo, porque ni los trazos, ni la luz, ni las sombras, ni la perspectiva son de maestro de la pintura.
El valor tiene un precio, no sólo material
A veces nos puede parecer evidente que la copia es mala por algo sutil. Por ejemplo, una sombra en un lugar donde no debería haber ninguna. O un pétalo sin forma aparente de pétalo y, por tanto, mal dibujado. Otras veces las sombras son correctas así como los pétalos, pero hay algo forzado, sin vida, sin cualidades…Como si se tratara de un género de «falsa perfección» que es mediocre, blandengue, artificial, sintética, cursi y pusilánime… Todo ello nos deja sin una impresión concreta, en una especie de limbo de ni fu ni fa. Con un aspecto final que no nos acaba de convencer.
Esto mismo me pasa con miles de traducciones que leo.
Y sí, imagino que serán baratas también.
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